Hace un par de días conocimos vía redes sociales entre otros medios las declaraciones del subsecretario de transporte de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, el Arq. Rogelio Jimenez Pons Gómez, quien afirma que México deberá recuperar la categoría 1 este mismo año 2022 “a como dé lugar”.
Estamos con el arquitecto Jimenez Pons al 100% y deseamos de todo corazón que así sea por el bien de nuestra industria aérea.
Sin embargo, debemos decir e insistir en que este asunto no se puede resolver solo con buenos deseos y se deben tomar acciones rápidas y contundentes para cumplir con los requisitos (por cierto ahora aumentados), y poder pasar la auditoria de FAA y recuperar la categoría 1.
No vamos a dejar de insistir en que los procesos que provocaron la degradación a categoría 2 hace ya un año, siguen hoy todavía vigentes y las personas encargadas en los puestos donde se toman las más importantes decisiones al interior de AFAC también.
¿Cómo lograr cambios si las mismas personas siguen insistiendo en mantener los mismos procesos y hacer las mismas cosas que causaron la degradación?
¿Por qué resulta tan difícil dar ese “golpe de timón” tan necesario para cambiarlo todo de una buena vez por todas y para bien de nuestra aviación?
Urge, en verdad urge, voluntad para realizar el cambio.
Urge personal experto y entrenado más allá de políticas, amiguismos y compadrazgos.
Urge presupuesto adecuado y suficiente para lograr los cambios en CIAAC, medicina del transporte (o como sea que se llame) y en el departamento de licencias a personal técnico.
En los puntos anteriores y en los procesos de administración de AFAC están reunidas la mayor parte de las fallas apuntadas por FAA que es necesario corregir y son tantas y de tal importancia que seguramente llevará un buen tiempo su solución por lo que contrario a nuestros fervientes deseos el regreso a la categoría 1 todavía se ve lejano.
Solo como un simple ejemplo, el entrenamiento y capacitación real (no en papel) de los inspectores y certificadores que se requieren en los diferentes tipos de simuladores de vuelo podrían tomar quizá hasta un par de años y requiere de un programa bien organizado, y planeado y desde luego financiado lo que debido a la falta de voluntad de hacer las cosas y a la “austeridad franciscana” se ve más lejos que nunca.
Los inspectores de FAA no pueden ser engañados y no son sujetos a la política cuando su trabajo es el de garantizar que se cumpla con los preceptos de seguridad internacionales establecidos por OACI y así lo han demostrado siempre.
A la AFAC no le queda otra más que cumplir a cabalidad con todos los cambios exigidos y que son los mismos que se exigen a los otros 192 países contratantes de OACI que hoy, con sus cuatro vergonzosas excepciones que incluyen a México, operan en la categoría 1.
Mientras tanto, nuestras aerolíneas mexicanas, aunque restringidas para operar más rutas o frecuencias hacia Estados Unidos, se defienden como pueden y aguantan el embate de las aerolíneas extranjeras que todos los días anuncian nuevos vuelos y frecuencias hacia y desde México.
En fin, la categoría 1 no va a llegar “a como dé lugar”, sino cuando las más altas autoridades del transporte aéreo de México tomen las medidas exigidas y cumplan con los requisitos de las auditorías que son de orden internacional.
Veremos hasta donde les alcanza la voluntad de cambio, no queremos pensar que será hasta el 2024.
