El debate sobre la regulación del consumo de alcohol en aeropuertos y a bordo de aviones continúa, destacando la necesidad de una mayor rigurosidad y coordinación entre países. La prioridad siempre debe ser el confort de la mayoría de los pasajeros por encima de los deseos de unos pocos de beber.
Los pasajeros ebrios pueden volverse ruidosos, agresivos o confrontacionales, lo que perturba a otros pasajeros y afecta la tranquilidad y seguridad del vuelo. Además, un pasajero intoxicado no puede seguir las instrucciones de seguridad o podría interferir con el equipo de emergencia en situaciones inusuales o de emergencia.
Aviaciondigital planteó un ejemplo de esta problemática que ocurrió en Estados Unidos, donde durante un vuelo, una madre e hija denunciaron a Delta Airlines por “negligencia”, al ignorar el acoso sexual que sufrieron ambas durante el viaje. La demandante solicita dos millones de dólares por daños y perjuicios.
En la denuncia, relata cómo la sobrecargo proporcionó bebidas alcohólicas a un pasajero que “ya estaba lo suficientemente ebrio”, y había consumido al menos diez copas de vodka, según información de la cadena Fox Business.
Según la demanda, los sobrecargos de la aerolínea supuestamente “ignoraron” las peticiones de ayuda de las mujeres mientras un pasajero ebrio se comportaba de manera agresiva con ellas y realizó tocamientos inapropiados durante un vuelo de casi nueve horas que partió del aeropuerto JFK en Nueva York.
“El pasajero intoxicado parecía estar cada vez más borracho mientras los sobrecargos de Delta continuaban sirviéndole alcohol”, señala la denuncia.
La madre y la hija declararon que solicitaron que el hombre fuera reubicado a otro asiento y que se le prohibiera el acceso a bebidas; sin embargo, los sobrecargos hicieron caso omiso de sus quejas.
Después de aterrizar, se le ofreció a la mujer y su hija 5,000 millas gratuitas y una disculpa como compensación por el incidente; no obstante, aseguraron que en ningún momento alertaron a las autoridades.
