La semana pasada en la “conferencia mañanera para el Pueblo”, sorpresivamente se habló de la sobreventa de boletos de transporte aéreo señalándose, en términos generales, que se revisaría cómo estaba regulado el tema en la legislación aérea mexicana.
Me refiero a “sorpresivamente” por que me parece que existe una abundante cantidad de temas prioritarios y de alta trascendencia en la agenda nacional, antes que la sobreventa de boletos aéreos, esto sin restarle relevancia por supuesto a mi muy querido sector del transporte aéreo.
Puedo parecer incongruente, debido a que en cada oportunidad que tengo de expresarme respecto a la aviación, como esta columna por ejemplo, manifiesto la urgente e imperiosa necesidad de que se considere al transporte aéreo como una actividad y un sector estratégico de nuestro país y hoy que se habla de éste en la famosa mañanera me sorprendo cuestionadora y críticamente. Bueno, esto es, claramente, porque el pronunciamiento respecto a la sobreventa en esa conferencia de altísima audiencia e impacto no fue precisamente el más positivo.
Podría apostar, como seguramente lo harían muchos de mis colegas con los que he compartido experiencias durante varios lustros en esta nuestra querida industria aérea, que el haber incluido en los temas de la mañanera a la sobreventa se detonó a petición de algún funcionario, legislador o cercano personaje a las instancias oficiales, por alguna mala experiencia vivida por ellos o familiares, con una situación de negación del embarque a un vuelo por la expedición de boletos en exceso a la capacidad disponible de la aeronave, mejor conocida como sobreventa.
Esta situación de pretender revisar y reformar la regulación aérea respecto a conceptos aeronáuticos como la sobreventa, la cancelación o la demora de los vuelos, es el pan de cada día de nuestra industria aérea, pero que haya llegado a ser parte de los temas de la conferencia mañanera para el Pueblo, quiere decir que a alguien con cierta o mucha influencia quedó muy molesto con la implementación de esta figura en su persona.
En este sentido a nadie sorprende que se presenten de forma muy frecuente iniciativas legislativas para reformar la legislación aeronáutica mexicana con la intención de incrementar, en muchas ocasiones de forma desproporcionada y sin razón, el monto de las indemnizaciones por estas prácticas como la sobreventa o la demora de vuelos, las cuales no solo son prácticas aceptadas en la industria aérea global, sino cabalmente reguladas en la normativa internacional en materia aeronáutica, por cierto, desde hace mucho años, tantos que ni siquiera yo había nacido, que ya es decir.
Sin embargo, sí sorprende que se tome un espacio de un foro tan masivo como la mañanera, para exponer un tema que hoy me parece no es de altísima relevancia nacional, ni que pueda ser del máximo interés de millones y millones de mexicanos que todos los días están pendientes de dicha conferencia, a pesar incluso de la enorme y fantástica labor de las aerolíneas mexicanas de bajo costo, que todos los días implementan las mejores prácticas y estrategias para lograr la democratización del transporte aéreo de nuestro país, acercándolo y haciéndolo cada vez más asequible para mayores sectores de nuestra población.
No obstante que en estos días ya se ha escrito mucho con relación a la sobreventa, rescataría lo siguiente:
- El porcentaje promedio de sobreventa en los vuelos en que se implementa, porque no en todos se implementa, es del 5%, es decir altamente moderado, que además tiene relación con el porcentaje que se tiene calculado de pasajeros que rutinariamente no se presentan a tomar su vuelo.
- Eliminar la posibilidad de la sobreventa incrementaría las tarifas aéreas, ya que precisamente las aerolíneas perderían esa posibilidad de generar un ingreso adicional, considerando además que la industria aérea, es una de las industrias a nivel global, con menores márgenes de rentabilidad.
- El porcentaje de pasajeros realmente afectados por la sobreventa es de alrededor del 1%, un porcentaje muy razonable.
En fin, la sobreventa es una practica debidamente regulada a nivel nacional e internacional, cuya implementación tiene como consecuencia una serie de indemnizaciones que protegen al pasajero económica o logísticamente, es decir, con hospedaje, transporte, alimentos y comunicaciones, a elección del pasajero, como mínimos, pero cada aerolínea ofrece además diferentes beneficios según sus políticas compensatorias.
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