Ya han transcurrido 2 años y meses desde que se inició el rediseño del espacio aéreo con la intención de hacer posible la operación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y el aeropuerto de Toluca simultáneamente.
El gobierno mexicano estuvo asesorado por la empresa extranjera NavBlue, la cual rediseñó el espacio aéreo nacional, no sin antes contar con el “visto bueno” de la universidad de Massachusetts (MIT), quien le advirtió a NavBlue que el rediseño no cumplía con los parámetros necesarios por el hecho de que el proyecto estaba lleno de “suposiciones”, y es que la empresa alemana sólo contempló las llegadas hacia el AIFA, con un diseño que debió hacerse de arriba hacia abajo y no de abajo hacia arriba y según los parámetros de OACI, que tiene como política que “no se deben cambiar las trayectorias si éstas ofrecen la seguridad y eficiencia necesarias”, que es el caso, pues los cambios han ocasionado incidentes constantes en las que incluyen avisos de advertencia de proximidad al terreno, debido a que el rediseño obliga a las aeronaves a volar sobre terrenos altos.
Uno de los grandes problemas minimizados por los actuales administradores de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), es el ruido producido por las aeronaves, que violan flagrantemente el convenio de Chicago en su capítulo 16 a raíz del rediseño aéreo. Ya el colectivo “Más seguridad menos ruido” que representa a 150 colonias y a millones de personas afectadas, han esperado pacientemente la respuesta por parte de los directores de esta entidad que ha prometido constantemente un diseño congruente y efectivo, sin respuesta hasta este día.
Mientras tanto, los activistas y expertos en el impacto producido por el ruido aéreo, el doctor Rafael Trovomala y la arquitecta Jimena de Gortari, investigadora del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, han publicado estudios basados en la recopilación de datos por medio de sensores medidores de ruido por todas las zonas sensibles de la ciudad, demostrando el fuerte impacto en la salud de la población, pues como ya se ha comentado, las aeronaves no sólo sobrevuelan las colonias a baja altura, sino que sobrevuelan escuelas, hospitales, parques y zonas designadas a descanso.
Sólo esperamos que Seneam rectifique lo más pronto posible los procedimientos, para así poder ofrecer seguridad y confort al pueblo de México.
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