En los últimos años, el mundo de los drones ha crecido de forma exponencial, representando todo un desafío para los usuarios del espacio aéreo.
Los drones son aeronaves, independientemente de su uso y tamaño. Esta catalogación requiere que sus operaciones en el espacio aéreo se realicen de forma segura ya que están sujetos a las legislaciones nacionales de cada país, así como las internacionales.
Cada vez que se pone en marcha una operación con un dron es necesario saber qué tipo de operaciones va a realizar, además de la clase de dron a utilizar, ya que puede requerir la autorización de las autoridades aeronáuticas competentes en la materia.
Una vez que la operación del dron está configurada, estructurada y comprobada, la dirección general de aviación civil recibirá la solicitud de operación. Solicitud que se coordina con los distintos departamentos que supervisan el espacio aéreo tanto el controlado como el no controlado.
En el momento que el dron va a realizar el vuelo, este se trata de forma similar al de un avión. Esto supone presentar el plan de vuelo en la oficina del aeródromo correspondiente, comprobar los NOTAM (Notice to Airmen u aviso a navegantes), seguir las directrices o instrucciones que el controlador aéreo te solicite por radio y cerrar el FPL (Plan de vuelo). No hay que olvidar los requerimientos necesarios, para gestionar estos vuelos en situaciones de riesgo o restricciones de procedimiento en vigor.
En definitiva, los drones no son juguetes, son máquinas aéreas que tienen que volar de forma segura por nuestros cielos.
