Uno de los grandes retos en materia de servicio tanto a nivel de aerolíneas, como de aeropuertos, a los que se enfrenta aerotransporte “moderno”,  tiene que ver con el manejo de aquello que se conoce como “equipaje de mano”; es decir, con el conjunto de cosas que los pasajeros llevan con ellos en los vuelos, generalmente necesarias para los mismos y que no le son entregadas al transportista para su manejo durante el traslado, sino que se mantienen bajo la custodia del pasajero, quien a su vez las ingresa consigo a la aeronave.

Uno de los daños colaterales del conflicto entre Rusia y Ucrania, que ha conllevado sanciones por parte de diversos países occidentales, es la muy improbable recuperación en el corto plazo, de los aviones de fabricación occidental que vuelan en aquel país. De acuerdo con diversas fuentes, las aerolíneas rusas están operando 980 aviones de pasajeros, de los cuales más de 750 son arrendados.

Actualmente, la preocupación central de la industria aérea es cómo recuperarse de la caída dramática en el tráfico y los ingresos provocada por la pandemia por COVID-19. Sin embargo, esta recuperación está en gran medida fuera del control de un aeropuerto individual, y solo ocurrirá una vez que

Right now, the central concern of the aviation industry is how to recover from the dramatic fall-off in traffic and revenue caused by the COVID-19 pandemic. However, this recovery is largely beyond the control of an individual airport, and will only occur once the COVID-19 pandemic is behind us.

No hay plazo que no se cumpla. Nos encontramos a exactamente siete días -apenas una semana- de que se inaugure uno de los proyectos insignia de la presente administración federal. Uno de los proyectos más controvertidos, discutidos, analizados, y cuestionados de la última década en nuestro país. De su desempeño depende la legitimidad de un gobierno; y mientras para unos es crónica de un desastre anunciado, para otros es la oportunidad de legitimar una promesa de campaña y una campaña de promesas.