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26/04/2024

A siete días y contando

José Medina Go… / Lunes, 14 Marzo 2022 - 05:00

No hay plazo que no se cumpla. Nos encontramos a exactamente siete días -apenas una semana- de que se inaugure uno de los proyectos insignia de la presente administración federal. Uno de los proyectos más controvertidos, discutidos, analizados, y cuestionados de la última década en nuestro país. De su desempeño depende la legitimidad de un gobierno; y mientras para unos es crónica de un desastre anunciado, para otros es la oportunidad de legitimar una promesa de campaña y una campaña de promesas.

A una semana estamos de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). No ha sido un camino fácil; “tortuoso” sería un mejor calificativo. Muchas voces lo llaman “un éxito”, tantas otras “un fracaso”. La realidad se verá en los hechos, y el primero de ellos es brutalmente contundente, irrebatible y objetivo: pese a que el 21 de marzo se “inaugurará” el AIFA, éste dista mucho de estar terminado.

Faltan demasiadas cosas, cuantas más se hicieron “al vapor”, o bien de manera arrebatada. No hablemos de los accesos (que no hay) ni de la infraestructura mínima para operar un aeropuerto (que no se ha terminado), sino de que se esta cumpliendo “por cumplir”, dejando de lado aspectos esenciales de la seguridad y la operación aeronáutica prometida en este proyecto. Se le vendió a la opinión pública como un “magno proyecto”, como “el mejor de Latinoamérica “, como “un aeropuerto de primer mundo”.

Mientras ellos controlen el discurso y el mensaje, para un amplio sector de la población que no tiene acceso a otros recursos informativos resulta un contenido esperanzador, creíble y defendible. Pero la realidad es otra. Estamos al borde de la inauguración de una obra que materializa el arraigo al atraso deliberado, a la miopía estratégica y al astigmatismo coyuntural de una administración; así como a una potencial debacle de la aviación mexicana.

Se ha perdido la cuenta de los especialistas nacionales e internacionales que con fundamento y evidencias incuestionables han puesto signos de interrogación en este proyecto. Sin duda, nadie quiere que salga mal o fracase, pero por donde se vea está plagado de aberraciones, inconsistencias y aspectos que demandan claridad. Desde la transparencia en su construcción hasta puntualidad en la futura operación. Este proyecto representa todo lo que la aviación no debe de ser.

Nos enfrentamos a un panorama difícil. Por un lado, ante la evidencia abrumadora de irregularidades y cuestionamientos técnico-metodológico-operativos del AIFA, así como de argumentación bien fundamentada de los especialistas en torno a este aeródromo, existe una permanente campaña de agresión, de demérito, de difamación, de desinformación. Enrarecer el ambiente, parece ser la consigna. Acusan de “infodemia”, de difundir información falsa para “quitar los méritos del presente gobierno y de su obra”; cuando eso es exactamente lo que están promoviendo con sus agresiones.

Es en este clima de agresiones, de confusión, de enfrentamiento, son las aerolíneas las primeras en resentir los jaloneos. No es ningún secreto en el sector que las grandes empresas aeronáuticas de transporte de pasajeros están siendo objeto y sujeto de presiones desde la autoridad para volar al y desde el AIFA. Desde la autoridad se ha orquestado una serie de determinaciones para “influir” y “promover” a que haya operaciones aeronáuticas del nuevo aeropuerto, a sabiendas que no sólo es mal negocio para todos (los costos de operación son restrictivamente altos con muy pocos beneficios) sino también que hay importantes vacíos en materia de seguridad aérea.

La “estrategia” ha sido demasiado obvia. Primero fueron las “invitaciones”, después las insinuaciones y promesas. Cuando estas no funcionaron siguieron los ataques mediáticos y públicos. Siguieron las decisiones forzadas como la declaratoria en el DOF de saturación del AICM (mismo que, dicho sea de paso, es cierto, pero no por las razones expuestas en el Diario Oficial) que no sólo sentaron un entorno complejo para las aerolíneas, sino también sienta antecedentes sobre los cuales forzar a operaciones en el AIFA.

A esto debemos sumarle para fines de contexto las “fallas” de radares, de suministro eléctrico, de infraestructura básica de seguridad aérea, y de servicios en el AICM que coincidentemente ocurrieron en las últimas semanas. No podemos asegurar que haya trasfondo, pero la coincidencia es sorprendente. Por supuesto que lo anterior es contundentemente negado por los titulares de las dependencias, pero es de esperarse.

Estamos a siete días de que se inicie una nueva etapa de la aviación en México. Para bien o para mal, el AIFA dará su primera inhalación real. La pregunta es si será respiración continua o solo un suspiro. De aquí en adelante comienza lo verdaderamente trascendente: o demuestra el éxito prometido, o el fracaso pronosticado. Ya no hay excusas, justificaciones válidas o explicaciones aclaratorias. Ya no hay espacio para la especulación, la ambivalencia, o “los otros datos”. El Felipe Ángeles será una realidad en una semana, y podrá verse si realmente es el proyecto que nos prometieron, o será otra desilusión

Por supuesto, a la crítica siempre hay una contra crítica; pero nada supera la realidad manifiesta. Lo evidente no requiere demostración, y es momento que a través de sus acciones nos demuestren que este proyecto valió sacrificar el NAIM, ahorcar al AICM, ignorar al Aeropuerto de Toluca, rediseñar un espacio aéreo estratégico, y exponer potencialmente la seguridad aérea mexicana.

La oportunidad de demostrarnos que tenían razón comienza en siete días. 

 
 

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