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Home Opinión

2024 desafíos y oportunidades para México en el sector espacial

Fermín Romero by Fermín Romero
5 enero, 2024
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2024 desafíos y oportunidades para México en el sector espacial

El sector espacial global se encuentra actualmente en franca evolución, con un potencial de generar grandes beneficios económicos y sociales para los países que invierten y desarrollan capacidades espaciales. Hechos y tendencias como la democratización de acceso al espacio, los cohetes reutilizables y el consecuente abaratamiento de costos de lanzamiento, el New Space y la Nueva Carrera Espacial (NCE), caracterizada por la participación de las agencias espaciales gubernamentales (NASA, CNSA y sus respectivos socios) y varias empresas privadas (Blue Origin, Firefly Aerospace, Astrobotic Tecnology, Intuitive Machines, Northrop Grumman, Sierra Space, Virgin Galactic y SpaceX, entre otras) que impulsan a la industria y economía espacial para establecerse en la Luna de manera permanente, explotar sus recursos minerales además de los de los asteroides y otros cuerpos celestes. Este entorno proyecta un escenario de desarrollo espacial sin precedentes, con oportunidades inéditas, tanto para las agencias como para las empresas de ahora al 2030, en la primera etapa del nuevo ecosistema espacial. En México, el sector espacial tiene un gran potencial para el desarrollo y crecimiento de las actividades espaciales, debido a una serie de factores ampliamente conocidos, pero también enfrenta desafíos que deben abordarse puntualmente para aprovechar al máximo este potencial. En 2024, los principales retos para México en el ámbito espacial están relacionados con los siguientes aspectos.
 
La insuficiencia de recursos financieros. México destina una fracción muy pequeña de su PIB al desarrollo espacial, a pesar de que algunos organismos internacionales recomiendan invertir en el sector espacial al menos un punto porcentual del PIB. En 2022, este porcentaje fue de solo el 0,002%, en comparación con el 0,3% de Estados Unidos (NASA, 24 billones de dólares) o el 0,2% de 22 países de Europa (ESA, 7.200 millones de euros). Esta significativa carencia de recursos (AEM, 3.1 millones de dólares aproximadamente), limita considerablemente el magro alcance del Plan Nacional de Actividades Espaciales y el Plan de Orbita 2.0. Tal como lo hemos comentado en colaboraciones previas, existen suficientes ejemplos de cómo algunos países han logrado -en pocos años- implementar exitosos programas espaciales -de bajo costo- a través de sus agencias. De acuerdo con cifras disponibles en los sitios de las agencias y sitios especializados como Statista, estos son los presupuestos a 2022: China (CNSA, 8.900 millones de dólares aproximadamente), Corea del Sur (KARI, 352 millones de dólares aproximadamente), India (ISRO, 167 millones de dólares aproximadamente), Turquía (TUA, 50 millones de dólares aproximadamente), Brasil (AEB, 16 millones de dólares aproximadamente) y Argentina (CONAE, 13.5 millones de dólares aproximadamente), por mencionar sólo algunos. La Agencia Espacial Turca (TUA) fue establecida apenas en 2018, en 2019 anunció su programa espacial de investigación Lunar (AYAP), que tiene previsto lanzar su primera misión espacial tripulada a la Luna en 2026. En ese sentido, México debe contar -a la brevedad posible, como lo hemos reiterado en diversas ocasiones en esta columna- con un exitoso programa espacial mexicano con visión de largo plazo; considerando que enfrenta una fuerte competencia internacional en el ámbito espacial, con varios países que están invirtiendo fuertemente en su desarrollo espacial, lo que pone a nuestro país en desventaja y le requiere aumentar su inversión en investigación y desarrollo en este sector de dimensiones estratégicas.
 
Es necesaria una efectiva y eficiente articulación de actores (cuádruple hélice: gobierno, industria, academia y sociedad civil organizada) del sector y de sus proyectos. El trabajo coordinado entre los principales actores del sector espacial a nivel nacional es fundamental: la AEM, la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE), la Feria Aeroespacial México (FAMEX), la Cámara de Diputados-Congreso de la Unión, la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA), la Fundación México – Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC), el Consejo Mexicano de Educación Aeroespacial (COMEA) y las principales universidades del país, el Centro Regional de Enseñanza en Ciencia y Tecnología del Espacio para América Latina y el Caribe (CRECTEALC), la Fundación Acercándote al Universo (FAU), la Academia Nacional de Emprendedores (ANE) y la Red Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ReLaCa – Espacio); el trabajo conjunto en sinergia efectiva producirá mejores resultados y permitirá delinear una hoja de ruta clara hacia el desarrollo espacial nacional. También es necesario un inventario de actores, proyectos, centros de investigación y universidades con carreras del sector aeroespacial, empresas, estudiantes con proyectos, etc. Lo anterior con objeto de revertir la desarticulación de actores y sus actividades en materia espacial a nivel nacional. 
 
2024 es un año electoral, lo que dificulta a la Agencia Espacial Mexicana (AEM) la tarea de trabajar en un programa espacial en forma, que además debe insertarse en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2024-2030 y que debe formular conjuntamente con la siguiente administración, que entrará en funciones hacia el cuarto trimestre del año.
 
La reforma constitucional en materia espacial, que permite elevar la actividad espacial a un nivel prioritario, se encuentra en el proceso (legislativo) de aprobación en la Cámara de Senadores, retorno a cámara de origen (diputados), revisión en la Consejería Jurídica de la Presidencia y posterior publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF), lo que permitirá generar ley secundaria: la “Ley Nacional de Desarrollo Espacial” y sus reglamentos que normen las actividades espaciales en México y den certeza jurídica tanto a inversionistas nacionales como extranjeros.
 
Si bien México cuenta con un talento humano altamente calificado en el sector espacial, gracias a las importantes universidades y centros de investigación (UNAM, IPN, INAOE, CICESE, UNAQ, entre muchas otras), que se dedican a la formación de profesionales en esta área, la contraparte reside en que se tiene un número limitado de profesionales capacitados en el ámbito espacial. Esto se debe a que las carreras de ingeniería espacial no están ampliamente difundidas en todo el país. Para aumentar el número de profesionales espaciales, México necesita promover e invertir en la educación STEM y en la formación intensiva de profesionales para este sector. Las universidades mexicanas deben ampliar su actual oferta de carreras de ingeniería aeroespacial y el gobierno también debe promover la educación espacial a través de sendos programas de divulgación y becas. El gran desafío -como ha insistido la FAU, a través de su Competencia anual de emprendimientos espaciales juveniles- es concientizar a la siguiente administración de gobierno, sobre la importancia de apoyar e impulsar a los jóvenes, para que ellos generen las posibilidades y oportunidades necesarias en el naciente ecosistema espacial nacional, desde la investigación básica hasta la comercialización de tecnologías espaciales, integrando -a través de plataformas digitales, como lo hace Space Generation Advisory Council/SGAC- programas de emprendimiento en los planes de estudios universitarios a través del COMEA, los CREDES de la AEM y el CRECTEALC, para ofrecer conjuntamente educación profesional basada en proyectos de emprendimiento STEM (con el apoyo de la AEM, FEMIA, FUMEC, FAU y ANE), talleres y competencias para el Diseño de Misiones Espaciales, para las nuevas generaciones del siglo XXI.
 
Aunque estos desafíos son de enormes dimensiones, no son insuperables, sin embargo, requieren de un compromiso político firme y una inversión intensiva por parte de los sectores público y privado. Es una realidad incuestionable para políticos, empresarios, académicos y ciudadanos en general, que México puede convertirse -en el futuro inmediato- en un actor importante en el ámbito espacial global, pero para ello, el gobierno mexicano debe incrementar considerablemente el presupuesto para las actividades espaciales, ya que es posible conectar el gasto en investigación y desarrollo espacial, formación de capital humano especializado, naves y misiones a la Luna, con el retorno de toda esa inversión en beneficios directos a la economía (crecimiento económico) y desarrollo nacional, al progreso social y tecnológico y, a la sociedad en general; cada dólar invertido en este sector redituará entre siete y veinte dólares; lo que permitirá al país desarrollar programas más ambiciosos, de gran envergadura y capacitar a más profesionales para continuar robusteciendo el sector espacial nacional. Adicionalmente, estas inversiones permitirán mejorar la posición e imagen de México a nivel global, además de promover y aumentar la participación de comunidades marginales (brindando oportunidades para la niñez y juventud en pobreza extrema) e indígenas, históricamente desatendidas en educación STEM. 
 
También es importante el fortalecimiento de la cooperación internacional con los países líderes en la exploración espacial, donde se deben buscar oportunidades de colaboración para compartir recursos, conocimientos y experiencia con esos y otros países. Al abordar puntualmente estos desafíos, el país estará en una mejor posición para aprovechar al máximo el potencial que ofrecen las actividades espaciales.
 
Es ampliamente conocido que México se encuentra en una posición geográfica privilegiada para el desarrollo de las actividades espaciales, ya que está ubicado entre América del Norte y América Latina, lo que le brinda acceso a los mercados de Estados Unidos, Canadá, el Caribe, Centro y Sudamérica y en ese contexto, las oportunidades específicas que tiene México en el sector espacial se relacionan con las siguientes áreas.
 
México tiene un gran potencial para desarrollar el sector satelital (micro y nanosatélites) porque cuenta con experiencias recientes importantes (UNAMSat B, Ulises I, AztechSat, NanoConnect 1 y 2, D2/AtlaCom-1, Painani, etc.), además del talento humano altamente calificado que formó parte de esos proyectos de desarrollo tecnológico espacial. Las oportunidades en este sector incluyen el desarrollo de satélites de comunicaciones, de observación de la Tierra, de navegación y científicos, además de un mercado que demanda servicios y aplicaciones en diferentes sectores productivos (80% de la economía espacial global aún se concentra en servicios de orbita baja – LEO), las empresas y gobierno requieren de diversos servicios (imágenes satelitales, geolocalización, etc.) en áreas como agricultura, conectividad en áreas remotas, monitoreo científico del cambio climático, seguridad nacional, los sistemas de alerta temprana y la gestión de desastres provocados por fenómenos naturales, entre otras aplicaciones civiles y militares. 
 
También existen amplias oportunidades para el país en el sector de los lanzamientos espaciales, ya que se cuenta con una ubicación estratégica y con un clima favorable para el lanzamiento de cohetes. Las posibilidades en este sector incluyen el desarrollo de uno o más centros de lanzamiento espacial y la prestación de servicios de lanzamiento a empresas privadas y gobiernos, lo que permitirá a México fortalecer su presencia en el mercado espacial global. Hacia este objetivo, es preciso un flujo importante de inversión privada para el desarrollo de al menos un vehículo lanzador de microsatélites-VLS (programa de lanzadores mexicanos, cohetes orbitales y suborbitales). México debe pasar -sin aplazamientos- de la cohetería experimental a la industria de los puertos espaciales con vehículos y plataformas propios. Cada puerto requiere de una inversión mínima aproximada de entre 350 y 500 millones de dólares, cuyo retorno de inversión es sumamente atractivo para los potenciales inversionistas interesados y pondría a México a competir con los puertos espaciales comerciales de EE.UU., Europa, Asia y América Latina (Centro Espacial Alcántara, Brasil, tras su reactivación de actividades -luego del fatídico accidente del 22 de agosto de 2003-, con las series de vehículos de lanzamiento espacial-VLE, cohetes: VS 30, FTB y FTI, así como el Centro Espacial Manuel Belgrano, Argentina, que se espera esté operando en 2029 para el VLE Tronador II). Un puerto espacial operativo en el mediano plazo en México atraería clientes europeos (incluidos España y Turquía), asiáticos, africanos y latinoamericanos. 
 
México también está en condiciones de participar en la exploración espacial, a través de alianzas con otros países (EE.UU. NASA Artemis Programa, la Misión Colmena del LINX ICN UNAM representa la punta de lanza para proyectos y programas de investigación científica de primer nivel), o bien a través del impulso de sus propios programas de exploración; además del desarrollo de infraestructura e inversiones en formación de capital humano especializado, a través de estaciones para misiones análogas y de microgravedad. Las oportunidades en este sector incluyen la capacitación y el envío de astronautas al espacio, el desarrollo de misiones conjuntas de exploración a la Luna y a Marte, y la participación en proyectos internacionales de investigación espacial a nivel orbital (manteniendo una colaboración activa en la Estación Espacial Internacional-EEI y otros laboratorios espaciales) y en el espacio profundo.
 
El desarrollo de un sector espacial sólido en México puede generar amplios beneficios económicos y sociales para el país, entre los que se cuentan el incremento de la productividad, la generación de oportunidades de desarrollo económico, la inversión extranjera directa, que generan impuestos; el sector espacial requiere de un talento humano altamente calificado, lo que produce empleos especializados de alta calidad y bien remunerados para los mexicanos (que también generan impuestos); un sector espacial sólido contribuirá a la generación de un Sistema Nacional de Innovación Espacial (SNIE), que promueva la innovación en otros sectores productivos en el país. Por lo anterior, invertir en investigación y desarrollo en tecnología espacial es importante para fomentar la formación de expertos en esta área y promover la innovación en la tecnología espacial. En suma, el desarrollo espacial de México contribuirá a mejorar su competitividad en el mercado global.
 
El turismo espacial, aunque es un campo aún en ciernes, está en crecimiento constante. Los inversionistas nacionales deberían considerar la posibilidad de incursionar en esta industria, ya sea mediante la construcción de instalaciones de lanzamiento (puertos espaciales, motores, sistemas de propulsión, naves espaciales o cohetes) o bien a través de colaboraciones con empresas que ofrecen viajes al espacio. En este subsector, son clave la inversión, la colaboración y una estrategia clara para aprovechar al máximo el potencial del sector espacial.
 
Como puede observarse, el sector espacial ofrece a México en este nuevo año oportunidades importantes para el desarrollo económico, social y tecnológico del país. Por ello, es fundamental que las candidatas -y en particular la virtual ganadora de la próxima elección de Estado (si así lo permite el pueblo de México)-, tengan conciencia de estas realidades que impactarán positivamente el futuro de la nación y tomen acciones decididas para beneficio del sector y el desarrollo espacial de México. En ese sentido, para aprovechar estas oportunidades, es necesario que el gobierno mexicano en turno se comprometa con el sector espacial nacional, invierta de manera decidida, promueva la inversión privada, continúe desarrollando infraestructura espacial, impulsando el talento humano y fortaleciendo la cooperación internacional en América Latina a través de la ALCE y con las otras regiones. En 2024, el sector espacial global continuará creciendo a un ritmo acelerado, impulsado, por una parte, por el desarrollo y convergencia de tecnologías emergentes, que harán que las actividades espaciales sean más accesibles y asequibles y, por otra parte, el hecho de que mercado comercial espacial se está ensanchando, impulsado por el incremento en la demanda de servicios espaciales por parte de empresas privadas y gobiernos. En este contexto, México -a través de la articulación del sector espacial nacional- tiene -como ya se dijo previamente- la indiscutible oportunidad de convertirse en un jugador relevante en el sector espacial global. Ante esas realidades, es momento de tomar decisiones difíciles pero necesarias, poner manos a la obra de manera responsable y con visión de largo plazo. 
 
 
“Los  artículos firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no reflejar  el  criterio  de  A21”

Tags: aeroespacialMéxico

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