Desde 1944 se estableció el Convenio de Chicago, que creó la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la industria del transporte aéreo encontró cauces para transitar hacia su expansión de forma segura y eficiente. Es decir, OACI construyó los cimientos, los andamios y las vías por donde ha ido transitando la aviación civil en el mundo.
Los retos que el desarrollo de esta actividad ha tenido en los distintos ciclos económicos, que cada día parecen complicarse más, han llevado a la organización a crear distintos comités y a desarrollar nuevas áreas de experiencia que le permitan seguir siendo el principal referente a nivel mundial respecto a la normatividad internacional que garantice la seguridad de las operaciones.
Así, los 19 anexos de OACI se han convertido en la brújula que permite a todos los países operar bajo parámetros certeros, con criterios preponderantemente técnicos, cuya validez es incuestionable para los 193 países que han signado el Convenio y sus anexos.
Y aun cuando el foco de OACI se concentra en la operación técnica y normatividades que adoptan los países en cada uno de los distintos aspectos operativos de la aviación civil, lo cierto es que las distintas coyunturas han llevado a OACI a trabajar en conjunto con organismos como la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI), e incluso con las armadoras de aeronaves y otras empresas y asociaciones, en temas tan diversos como medio ambiente, combustibles alternativos, facilitación en aeropuertos, tecnologías de tránsito aéreo, de manejo de equipaje, de apoyo al despacho y traslado de pasajeros y mercancías, etc., entre muchos aspectos nodales de la industria.
Lo importante es que la aviación civil continúe su marcha hacia la estabilidad, el crecimiento y la seguridad. Por eso, en ocasiones, se ha planteado la necesidad de hacer algunos ajustes ante coyunturas que ponen a prueba a esta organización.
Por ejemplo, el mexicano Roberto Kobeh González, el compatriota que más lejos ha llegado en algún cargo representativo de la aviación o de organismos de la ONU a nivel mundial, en su último discurso como presidente del Consejo hace ya 9 años, planteaba la posibilidad de que OACI pudiera repensar su estructura de convenios bilaterales -como ocurre hasta hoy en día y que implica esfuerzos inmensos por armonizar distintos convenios entre Estados-.
En aquel momento ya era un tema muy discutido que Estados Unidos había firmado un centenar de convenios de cielos abiertos con distintos países del planeta, lo cual modificaba de facto la idea de los bilaterales con negociaciones que incluían la reciprocidad con la inclusión de pares de ciudades, equipos aéreos de capacidades equivalentes y aceptación acotada de libertades del aire.
Ya desde entonces Kobeh planteó la posibilidad de transitar hacia el multilateralismo para ir caminando hacia una propuesta de concatenación de regiones más inclusiva, moderna y menos discrecional.
Ante la actual coyuntura que plantea la pandemia, por un lado, y la guerra entre Rusia y Ucrania por el otro, es probable que el momento de replantear algunas cuestiones haya llegado. La falta de garantías para los arrendadores de aviones y los impedimentos para el uso de espacio aéreo, son algunos de los retos más conspicuos. La última palabra la tiene el Consejo, pero no será fácil. E-mail: raviles0829@gmail.com
