Pasar al contenido principal
21/11/2024

Más que impacto ambiental, Santa Lucía requiere viabilidad aeronáutica

Jorge Castellanos / Viernes, 25 Enero 2019 - 12:25
No se “cacareó el huevo” de que el NAIM cumplía con las mejores condiciones: AMIA

Antes de realizar los estudios de impacto ambiental para construir un aeropuerto civil en la base aérea militar de Santa Lucía, el Gobierno federal debe resolver si esta instalación será suficiente desde un punto de vista aeronáutico, afirmó Jesús Enrique Pablo-Dorantes, presidente de la Academia Mexicana de Impacto Ambiental (AMIA)

En entrevista con A21, el ejecutivo explicó que ninguna decisión de infraestructura aeroportuaria debe recaer meramente en cuestiones sociales, administrativas o de geografía, sino que el criterio operativo-económico debe tener prioridad y, a partir de ahí, ya se pueden diseñar las medidas para reducir, mitigar o remediar el impacto al entorno.

“Si la autoridad aeronáutica no te autoriza ni dice que esa (Santa Lucía) es una zona aceptable, no va a haber aeropuerto”, enfatizó.

El líder de AMIA, organización que participa en un 55% de las manifestaciones de impacto ambiental (MIA) que se presentan anualmente a nivel federal, también explicó que, de acuerdo con la ley en la materia, los estudios ambientales deben incluirse desde la parte de planeación, “cuando todavía puedes implementar mejoras que hagan que el proyecto sea menos agresivo al ambiente”.

Así, resaltó que el proyecto del Nuevo Aeropuerto en Texcoco (NAIM) recibió la autorización respectiva debido a que cumplió con la normatividad e incluyó todas las adecuaciones necesarias, de acuerdo con lo establecido en el artículo 35 de la Ley de Equilibrio Ecológico (LGEEPA).

En contraste, el eventual aeropuerto en Santa Lucía aún no tiene un estudio de uso de suelo ni de aves ni de infiltración de agua, ni siquiera una evaluación rápida de impacto, una metodología internacional que consiste en un listado de verificación sobre los factores ambientales más relevantes de la obra.

“El espíritu de la ley es que todos los proyectos se realicen”, afirmó Pablo-Dorantes, y añadió: “el tema de las consultas (del entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador) no exime a las autoridades de elaborar y presentar sus MIA: tienes que evitar impactos”, dijo.

Aún no se sabe si las trayectorias de vuelo en Santa Lucía van a verse afectadas por la presencia de aves, cuyo hábitat es un lago natural (Zumpango) aledaño al sitio.

Aunque no dio un estimado del tiempo que tomaría la evaluación de impacto ambiental, Pablo-Dorantes apuntó que, hasta que no se tenga certeza de que no hay problema con las rutas y hasta que las aerolíneas estén de acuerdo, entonces no tendría caso comenzar con los estudios: “es un tema de factibilidad económica”, sentenció.

Desastre comunicativo

Sobre campañas como #YoPrefieroElLago, que criticaron al proyecto peñanietista por ubicar el NAIM en un “lago”, el presidente de AMIA reiteró que lo que realmente hay ahí son lagunas de regulación de agua de lluvia, así como una zona recuperada con vegetación resistente a la salinidad, que se plantó hace años para evitar tolvaneras.

Así, el experto calificó como “desastrosa” la estrategia de divulgación del Gobierno anterior, pues no presumió adecuadamente todas las medidas favorables al ambiente que tendría la obra.

Respecto a las aves migratorias que hacen su hábitat de los cuerpos de agua de Texcoco –como el lago Nabor Carrillo–, resaltó que el NAIM incluía varias medidas para crear nuevas zonas de anidación.

Por el contrario, aún no se sabe si las trayectorias de vuelo en Santa Lucía van a verse afectadas por la presencia de aves, cuyo hábitat es un lago natural (Zumpango) aledaño al sitio.

Aunado a ello, ambientalistas del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero advirtieron que la cuenca Cuautitlán-Pachuca presenta un 500% de sobreexplotación y un desarrollo aeroportuario agudizaría el desabasto en la zona. Además, dicen que hay 114 especies endémicas y migratorias (principalmente garzas) muy riesgosas para la aviación.

“Los responsables de haber presumido y ‘cacareado’ el huevo de que el aeropuerto (de Texcoco) se estaba haciendo con las mejores condiciones, no lo hicieron”, dijo Pablo-Dorantes.

Argumentó que la oposición al desarrollo es un tema histórico, que en nuestros días no tiene que ver con las redes sociales sino con una pésima estrategia de comunicación, pues los promoventes “no salen a presumir” el trabajo de evaluación de impacto ambiental que hay detrás de estos proyectos.

“Puedes escuchar a grupos como Calle 13 donde cantan canciones y hacen videos y ¡te rompen el corazón! porque muestran a un niño, a una señora que se enfermó de la piel porque tuvo contacto con el río Sonora. Y lo que tiene la señora es una infección por todo el fecalismo que hay en la zona y que no tiene que ver con el accidente que tuvo (Grupo México)”, concluyó.

NAIM AICM

Facebook comments