El eclipse total de Sol que se vivió este lunes en los Estados Unidos representó una oportunidad única para que los científicos en tierra pudieran estudiar la corona, ese resplandor que se forma cuando el disco de la Luna cubre a la estrella y que representa la atmósfera exterior solar. Sin embargo, este efecto dura ciento sesenta segundos, como máximo.
Por este motivo, la Administración Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) coordinó a decenas de miles de expertos y entusiastas caza-eclipses para observar hasta por 90 minutos continuos el fenómeno astronómico que cruzó de costa a costa la Unión Americana, y así obtener datos que pudieran ayudarnos a entender cómo funciona el misterioso halo. Por ejemplo, no se sabe aún por qué la corona tiene una temperatura más de cien veces superior a la de la superficie del Sol.
Aunado a ello, y en colaboración con NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) en estos momentos prepara las fases finales del módulo de exploración Solar Orbiter, misión espacial que será lanzada en febrero de 2019 y que llegará a una órbita alrededor del Sol, acercándose al astro a una distancia de 41.8 millones de kilómetros cada cinco meses. Es decir, estará aún más cerca que Mercurio.
Dicha sonda permitirá a los científicos estudiar la corona solar con mucho mayor detalle, en periodos de tiempo más largos y a una distancia mucho menor de lo que nunca podría lograrse desde la Tierra o desde cualquier nave espacial que orbite nuestro planeta.
Ciencia solar
El objetivo de la misión es ayudar a responder la cuestión central de la heliofísica: ¿cómo es que el sol crea y controla la heliosfera, esa burbuja gigante de campos magnéticos a su alrededor?
Para ello, la nave analizará la corona y el disco solar a través de mediciones in situ del plasma, los campos magnéticos y las partículas energéticas del viento solar.
Desde la orbita en que estará ubicado, Solar Orbiter podrá observar procesos solares relativamente prístinos y cuyas propiedades no han sido modificadas por el transporte y propagación del viento solar y las ondas magnéticas solares al interior de nuestro sistema planetario.
Lo anterior proporcionará a los científicos información sobre nuestra estrella, que permitirá predecir con mayor exactitud los periodos de tormentas solares, así como descifrar el comportamiento de las regiones polares del Sol y su actividad.
Actualmente, la integración de los diez instrumentos de medición que incorporará el Solar Orbiter se está llevando a cabo en la sala de montaje de naves espaciales de Airbus en Stevenage, Reino Unido.
El último de ellos se terminará de instalar este mes y el próximo paso consistirá en realizar una prueba del sistema. Y a finales de año, los técnicos de ESA y Airbus acoplarán los escudos térmicos, las antenas y el mástil.
Para el 2 de julio de 2019, cuando se produzca el próximo eclipse total de Sol sobre el océano Pacífico y Sudamérica, el Solar Orbiter habrá comenzado su viaje de tres años y medio para acercarse a nuestra estrella.
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