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26/04/2024

Consulta popular, un error

Francisco M. M… / Jueves, 23 Agosto 2018 - 08:00

"La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular"
–Edmond Thiaudière.

La construcción o cancelación del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) nuevamente es tema de discusión en medios y redes sociales, ya que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, mantiene su postura de llevar la resolución final a una consulta popular, y que sea la ciudadanía la que decida si el proyecto en Texcoco es viable o si esta obra debe ser cancelada.

Por otra parte, él y algunos miembros de su equipo también insisten en que la construcción de dos pistas en la base militar de Santa Lucía es una buena solución para ampliar las operaciones del actual aeropuerto internacional, sin que ellos tengan los conocimientos mínimos para hablar del tema.

En contra de esta propuesta están reconocidos expertos internacionales (como Corporación MITRE, a través del Instituto Tecnológico de Masachusets, e incluso de la UNAM), quienes han dicho que Santa Lucía no es una solución viable por muchas razones. Los que, como yo, hemos vivido en la aviación por décadas, estamos de acuerdo y pensamos que puede ser incluso peligrosa, por el aumento constante del tráfico aéreo en nuestro país.

Por cierto, Javier Jiménez Espriú, próximo secretario de Comunicaciones y Transportes, declaró que el problema del conflicto entre aeronaves –si se decide por esta opción– se puede solucionar reduciendo las frecuencias, o sea, el número de vuelos desde y hacia la Ciudad de México. En consecuencia, se tendría que informar a las aerolíneas nacionales e internacionales que operan en la capital que ya no podrán volar como hasta ahora. 

¿Adiós a carga, negocios, turismo y divisas? ¿Con qué aerolínea empezaría usted, Sr. futuro secretario?

Debemos entender que no solamente se trata de la construcción de un aeropuerto, sino de la administración del espacio aéreo en un área de por sí conflictiva, debido, entre otros factores, al aumento en vuelos de entrada y salida, así como por las condiciones orográficas y las condiciones meteorológicas propias del Valle de México, y a ello hay que sumar el impacto en los procedimientos de despegue, aterrizaje y trayectorias de aviones operando en los aeropuertos de México, Toluca, Cuernavaca, Puebla e, incluso, Querétaro. Estamos hablando, pues, de la seguridad de millones de pasajeros que salen y llegan cada año.

No vamos a entrar en cuestiones técnicas (que son sumamente complicadas y que, por cierto, están escritas en los más de 250 documentos puestos a disposición del público para su estudio y análisis) pero hay que decir que los especialistas mexicanos han superado grandes retos de ingeniería en la construcción del nuevo aeropuerto, tal y como ha sido necesario hacerlo en otros aeropuertos del mundo, algunos de los cuales incluso han sido construidos sobre el mar, superando toda clase de obstáculos técnicos.

Es un hecho que el asunto del NAICM se ha convertido en un juego político relacionado con las promesas de campaña del presidente electo, quien pareciera estar evitando llegar a una resolución –que es su responsabilidad tomar–, y prefiere "pasar el toro" a millones de ciudadanos que no conocen del tema y que podrían tomar una decisión contraria a los más grandes intereses del país.

El nuevo aeropuerto lleva ya un 32 % de avance y cancelar su construcción, según el mismo Jiménez Espriú, podría costar 100 mil millones de pesos, incluyendo 40 mil millones en multas por incumplimientos de contrato. Además, se estarían eliminando unos 40 mil empleos. No olvidemos que también se deberán invertir muchos millones más en los terrenos necesarios y en la construcción de una nueva base de la Fuerza Aérea, y todo con cargo a los propios ciudadanos, vía impuestos.

Por otra parte, se habla de que ha habido toda clase de malos manejos en la asignación de contratos de obra del NAICM –no sería extraño–, pero en ese caso tendría que llevarse a cabo la investigación necesaria para que, quien haya cometido un delito, pague por él, así como reasignar dichos contratos de manera transparente. Pero eso no debería afectar el futuro de nuestro país con la cancelación de un proyecto aeroportuario que hoy en día es considerado como el más importante del continente americano.

Por todas estas razones, considero que llevar esta decisión a una consulta popular, al ciudadano común que no conoce lo mínimo sobre el tema, sería un grave error. Y un error todavía mayor sería que en dicho ejercicio se “decida con el hígado” la cancelación de un  proyecto que, a pesar de todos los obstáculos, está a punto de dotar a nuestro país de un aeropuerto internacional grande y eficiente, de primer mundo, que pondría a la aviación de México a la altura de la de cualquier país del planeta, con todo lo bueno que esto implicaría para los mexicanos.

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