Lo dijo en su noticiero en Radio Fórmula el pasado 25 de agosto al dar entrada a una reportera comentando el inicio de los vuelos regulares de la aerolínea militar del gobierno mexicano con sus nuevos aviones Embraer: “La primera siempre será la primera”, replicando, tal y como lo hace el obradorato, el supuesto vínculo de la nueva aerolínea con aquella que efectivamente fue la primera y hay que decirlo, la mejor aerolínea de México: la Compañía Mexicana de Aviación (CMA), hoy día, total y me temo permanentemente extinta.
No señor López-Dóriga; atendiendo uno más de sus populistas y a todas luces insostenibles caprichos, López Obrador, entonces Presidente de la República (de lo que queda de ella luego de su mandato), adquirió de los derechohabientes para la “Aerolínea del Estado Mexicano, S.A. de C.V.” creada y puesta en operación en el año 2023, se afirma en 816 millones de pesos, entre otros activos las marcas y logotipos de la extinta CMA para ser empleados en esta nueva operadora, de los cuales entiendo hay 408 millones pendientes aún de ser pagados, sin tener todavía fecha para cancelar esta deuda, lo que significa que lo que está volando nuevamente no es la CMA, sino sus icónicas marcas y logotipos, mancillándolos en el proceso, o dicho de otra manera: sin merecer su legado conforme a los mexicanos nos está quedando claro que la aerolínea no tiene razón de ser y nos está costando demasiados recursos que bien podrían ser empleados en otras partidas presupuestales, por ejemplo aquellas relacionadas con la seguridad y la salud de los ciudadanos, asuntos en los que la mal llamada 4T les ha fallado rotundamente.
¿Conectividad señor López-Dóriga?
¡Por favor! Las rutas aéreas nacionales que deben ser atendidas y que no cuentan con oferta de las demás operadoras, caso de un México-Ixtepec, Ciudad Victoria, etc., podrían ser cubiertas adecuadamente por alguna de las otras compañías aéreas mexicanas mediando apoyos infinitamente menores a lo que le está costando al erario federal la operación de una aerolínea que, merced a los subsidios y publicidad gubernamental además representa una competencia desleal en un mercado del aerotransporte de México que necesita certezas y respaldo, más que presiones, burocracia y obstáculos.
Señor López-Dóriga: Llevo semanas enviándole mensajes por medio de sus redes sociales, por cierto, sin comentario alguno de su parte o de su equipo, respetuosamente reclamándole, en mi calidad de ser parte de enorme su audiencia regular, el tener que escucharlo en su prestigioso noticiero haciendo las funciones de un virtual vocero de los militares mexicanos, en especial en lo que toca a sus emprendimientos civiles, caso del Tren Maya, del Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA) y claro está de la nueva aerolínea. Debo confesarle la tristeza que me da oírle dándole unas alas que no se merecen a ciertos generales y almirantes que entiendo obedecen órdenes superiores al hacerse cargo de emprendimientos como los antes citados, pero quienes al final de cuentas con ello le están haciendo un enorme daño al país, por lo menos a su transporte y medio ambiente natural.
No me lo contó nadie; lo escuché directamente no de uno, sino de varios militares relacionados con el AIFA y la aerolínea: van por toda la aviación civil mexicana, por lo menos lo van a intentar, y esa, señor reportero (así se define usted), no es la mejor noticia para nuestro país.
México no necesitaba, necesita, ni necesitará del AIFA, del Tren Maya, ni de la aerolínea con la marca Mexicana. Tampoco necesita líderes de opinión que aplaudan este tipo de emprendimientos. Por el contrario, urgen voces objetivas y en su caso críticas, que contribuyan a que la sociedad esté debidamente informada de los desaciertos de sus gobernantes, que sobra decir en el México de hoy son crecientes cualitativa y cuantitativamente.
Lo voy a seguir escuchando Don Joaquín, pero no dude que le voy a volver a reclamar cuando se aviente puntadas como la sumarse a la comparsa en torno a que lo que está operando desde el AIFA es “la primera” aerolínea mexicana, algo que espero, si llega a leer esta entrega, ya le quede claro, no es el caso. Es una compañía de propiedad gubernamental completamente nueva, administrada por militares, a la que insisto, se le puso un gran e histórico nombre y logotipo y que en mi opinión no se merece.
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