
México podría quedarse sin voz ni voto en uno de los organismos más importantes de la aviación internacional.
Si no salda una deuda de más de quinientos mil dólares estadounidenses antes del 30 de este mes, perderá su asiento en el Consejo de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que preside SALVATORE SCIACCHITANO, lo cual reduciría drásticamente la capacidad de incidir en decisiones globales que afectan directamente la conectividad, la seguridad y el desarrollo aeronáutico del país.
Lo que parece un retraso administrativo es, en realidad, el reflejo de una “Austeridad Republicana” mal entendida y peor ejecutada, la cual ha desmantelado capacidades técnicas en sectores clave como la aviación.
“Ahora sí va en serio, de verdad te digo Gracias por el tiempo que estuve contigo Tiempo loco, dichoso y feliz…”
La advertencia de la OACI no llegó sola. En 2024, México fue colocado en la lista negra de países con “Preocupaciones Significativas de Seguridad Operacional” (SSC) por fallas en la supervisión de radioayudas de navegación, lo cual nos colocó al nivel de Zimbabwe, Rusia y Ecuador, poniendo en duda la confiabilidad del espacio aéreo nacional.
Para evitar una crisis mayor, AFAC, al mando de MIGUEL ENRIQUE VALLÍN OSUNA, y SENEAM, bajo presión, realizaron una operación de emergencia, revisando noventa y cinco equipos en setenta y cuatro estaciones.
Solo así, en junio de ese año, se logró convencer a la OACI de retirar la sanción técnica.
Pero mientras se apagan “bomberazos” con parches, los problemas estructurales persisten.
Y hablando de tarifas: el AICM aplica una de las Tarifas de Uso de Aeropuerto (TUA) más altas del mundo, sin que esto se traduzca en mejoras visibles.
Terminales con filtraciones, bandas colapsadas, equipos de rayos X descompuestos, baños inservibles y servicios mínimos reflejan una realidad contrastante: los pasajeros pagan más… para recibir menos.
Como si no bastara, la Administración Federal de Aviación (FAA) observa con lupa el desempeño de México tras haberle devuelto la Categoría 1 en septiembre de 2023.
Ya existen advertencias de que, si se relajan los estándares o se detectan nuevas fallas en supervisión, el país podría ser degradado nuevamente a Categoría 2, lo cual limitaría los vuelos hacia Estados Unidos y afectaría a aerolíneas como Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobus.
Y todo mientras se cancelan vuelos, se reducen operaciones, se debilitan organismos técnicos y se militariza la gestión aeroportuaria.
La aviación no es ideología: es estrategia. No se gobierna con slogans, ni con decretos autoritarios, ni con aerolíneas del bienestar.
Cada aeropuerto abandonado, cada control sin expertos civiles, cada decisión tomada sin diálogo técnico, es un paso hacia el aislamiento.
El buque Cuauhtémoc, el F5 de Guadalajara, el gusano barrenador y la seguridad en los museos de la capital del país son consecuencia de la “Austeridad Republicana”.
Hoy, el país enfrenta el riesgo de volar sin brújula… y en el asiento de la última fila, pegado a los baños y que no se reclina.
México necesita altura de miras, no austeridad ciega. Necesita recuperar el liderazgo perdido, la confianza internacional y el respeto por la aviación como palanca de desarrollo.
Porque si esta administración cree que volar es caro… que intente quedarse en tierra.
“Ni me olvidarás…Ni te olvidaré…Y, aunque sufra mucho y aunque no te olvide…No regresaré…”
¡Queda dicho!
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