Acaba de ocurrir otra tragedia en un globo aerostático en México, esta vez a mediados de mayo en el Estado de Zacatecas. Hace unos días tuvo lugar un nuevo y muy serio accidente en Teotihuacán, Estado de México que dejó como resultado doce heridos. Lo anterior me pone a pensar en las palabras que una fuente confiable, que con justa razón me pide anonimato, me comparte sobre lo que está ocurriendo con los globos aerostáticos en los cielos de esa hermosa zona arqueológica mexiquense, en donde hay una importante economía que gira en torno al vuelo escénico en globo y por ende significativos intereses, no siempre muy éticamente representados, espacio aéreo en el que, a menos que finalmente alguien ponga un alto, va a tener lugar un nuevo accidente fatal.
Y es que ni operadores y lo que es peor ni autoridades aeronáuticas mexicanas parece que no han aprendido nada de las lamentables lecciones del pasado en este tipo de vuelos recreativos, ni parecen comprender que se vale ganar dinero con la aviación, pero hay que hacerlo invariablemente desde la premisa de la seguridad.
Mi fuente escuchó del directivo de una de las principales operadoras en el lugar algo similar a aquello que quien firma esta columna registró en voz de un alto mando militar relacionado con la nueva aerolínea del Estado Mexicano que porta la marca de Mexicana de Aviación, que ni raudo ni perezoso me dijo cuando se le informó del tiempo que cierto trámite tomaría dadas sus implicaciones en materia de seguridad: “Aquí la prioridad no es la seguridad”.
La Agencia Federal de Aviación Civil, por sus siglas AFAC, por lo visto no logra, sepa usted por qué razón, comenzando por falta de recursos, supervisar como es debido estas operaciones aéreas para dar tranquilidad al público usuario, tripulantes y a quienes viven bajo las trayectorias de las aeronaves de que los vuelos cumplen con la normatividad aeronáutica nacional e internacional y las mejores prácticas de la especialidad, minimizando así a niveles aceptables ese siempre presente riesgo en su operación.
Y es que me comenta mi fuente que, si bien la AFAC hace presencia frecuentemente en Teotihuacán, la realidad es que los operadores siguen haciendo lo que quieren a la hora de volar sus globos llenos de excursionistas, los cuales terminan expuestos a riesgos innecesarios. De por sí por su naturaleza el aerostatismo es una de las ramas más peligrosas de la aviación como para que la avaricia sume condiciones como la improvisación, el lucro excesivo, la falta de procedimientos o su falta de aplicación, colusión entre particulares, desdén por invertir en seguridad y el desprecio por los derechos laborales de los colaboradores, que con gran facilidad pueden transformar la mágica experiencia de observar las pirámides desde el aire en una pesadilla con potenciales consecuencias fatales.
Lo que está ocurriendo en los rumbos de la autopista México -Tulancingo me recuerda lo que en la primavera del año 2017 comenté en una columna en relación a los enormes riesgos que percibí en una edición del Festival Internacional del Globo de León, Guanajuato.
La solución a un problema comienza con la aceptación de que existe; si las autoridades involucradas no reconocen que en los cielos de México, comenzando por los de Teotihuacán, hay una verdadera amenaza a la vida y a la propiedad con la operación de las compañías que ofrecen vuelos de placer empleando globos aerostáticos y no toman cartas en el asunto, independientemente de la magnitud de la derrama económica que generan en las comunidades, tripulantes, pasajeros y personas en tierra seguirán en gran peligro, algo que me parece totalmente inaceptable.
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”