El presidente, Andrés Manuel López Obrador, dijo hace unos días que la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) ya ha cumplido con todos los requisitos impuestos por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) para regresar a la categoría 1.
La AFAC requiere más de 2 mil millones de pesos anuales para poder realizar sus funciones y, hasta donde sabemos, hoy tiene un presupuesto anual de poco más de 600 millones, lo que, desde luego, resulta totalmente insuficiente.
Hoy mismo, el 90% del presupuesto se destina a pagar la nómina y, lo que sobra, se utiliza para pagar solo alguna e incompleta capacitación de personal, mantenimiento al mínimo necesario de la infraestructura, que se cae a pedazos, y compra de material e insumos que siguen sin alcanzar.
Resulta comprensible que AFAC se haya convertido en una entidad que, simplemente, no funciona con los mínimos estándares internacionales requeridos, por lo que no se ve de qué forma hayan podido cumplirse los requisitos para recertificación, como se asegura desde Palacio Nacional.
Ya hemos comentado que AFAC requiere de presupuesto adecuado y suficiente, personal bien capacitado y tener disponible la alta tecnología para hacer eficiente todas sus funciones.
Por lo que hoy sabemos y podemos constatar, ninguna de estas tres necesidades se ha cumplido.
Habría varios puntos importantes a comentar.
Los inspectores verificadores no tienen las condiciones laborales, ni los adiestramientos y aumentos de salarios que ha recomendado FAA y que, por cierto, deben ser los mismos que se ofrecen a pilotos de líneas aéreas, como sucede en muchos países del mundo, incluido Estados Unidos.
En los últimos años se han registrado algunos incidentes y accidentes aéreos y, de ellos, no se tiene un dictamen oficial (o, al menos, no se ha hecho público) de los resultados de la investigación, del cual es responsable el departamento de Investigación de accidentes de AFAC.
Está a la vista, y los problemas saltan todos los días, cuándo es necesario un examen médico a personal aeronáutico, cuyo proceso resulta complicado y confuso.
Ni qué decir de la rampante burocracia, e ineficiencia, que priva en el departamento de licencias a personal técnico, cuyos procesos de expedición pueden demorarse hasta tres meses por falta de una simple máquina de hacer plásticos para las diferentes licencias, según lo confiesan algunos encargados del la oficina.
Los incomprensibles procesos de exámenes y expedición de cédulas y títulos profesionales para pilotos comerciales, por parte del Centro Internacional de Adiestramiento de Aviación Civil (CIAAC), sigue siendo un verdadero calvario burocrático y, aunque en el pasado hemos hecho algunas propuestas concretas para hacer eficiente y expedito el proceso, hasta hoy no ha habido la menor respuesta o cambio visible.
Las aerolíneas nacionales sufren por falta de pilotos, mientras éstos se encuentran en tierra, esperando poder cumplir con tantos requisitos y una enorme burocracia que lo complica todo y a todos.
Los jóvenes pilotos que han terminado su carrera, en las diferentes academias de vuelo, en muchos casos, con grandes sacrificios personales y familiares, se enfrentan a un gran monstruo de ineficiencia para lograr obtener sus licencias de vuelo.
En fin, no sabemos por qué no se ha hecho público, qué procesos se han completado realmente, y si las las más de 30 recomendaciones de FAA para realizar una nueva auditoría ya han sido resueltas.
Hace apenas unos días se aprobó una nueva ley de aviación civil y, de paso, la reestructuración de la red aeroportuaria nacional, pero lo anterior no nos garantiza, porque no es un elemento de auditoría, que FAA conceda de nuevo la categoría 1.
Esta recertificacion podría darse después de una nueva auditoría, y solo serían revisados los procesos de la autoridad AFAC, que puedan impactar la seguridad de las operaciones aéreas y que cubren los puntos a exigidos por FAA.
Ojalá que se logre la recuperación de la categoría 1 lo antes posible, para que nuestras aerolíneas puedan seguir desarrollando todo su potencial en beneficio de la industria, de sus trabajadores y de todo el país.
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