Los choques de aves contra las aeronaves pueden causar muchos daños; estos incidentes representan una amenaza para la vida y la seguridad de los usuarios.
En Estados Unidos se producen un promedio de 47 colisiones con aves por día; si bien es difícil simular las condiciones del mundo real involucradas, los expertos en aviación han desarrollado un dispositivo innovador para probar los impactos potenciales de los encuentros con aves a alta velocidad, usando “el cañón de pollo”.
Orville Wright, ingeniero aeronáutico estadounidense, informó del primer choque con aves se registró en 1905, desde entonces, la tasa de estos incidentes ha aumentado a medida que el volumen de carga y viajes aéreos es mayor; estos impactos son más comunes durante el despegue y el aterrizaje.
La Administración de Aeronáutica Civil, agencia federal estadounidense que precedió a la Administración Federal de Aviación, desarrolló en 1940 la primera pistola de pollos en Pittsburgh, Pensilvania.
El dispositivo lanzaba un cadáver de pollo de 7 kilogramos de peso, a 643 kilómetros por hora. En las décadas de 1950 y 1960, De Havilland Aircraft Company y Royal Aircraft Establishment, también construyeron sus propios cañones de pollo.
Más adelante, el Centro de Investigación Aeroespacial del Consejo Nacional de Investigación de Canadá, desarrolló su cañón de pollo en 1967, luego de dos accidentes relacionados con colisiones con aves, en los que se perdieron 79 vidas; el cañón comenzó a usarse para pruebas en 1968 y estuvo en funcionamiento hasta 2009, su diseño base se usó como modelo para la instalación del simulador de impacto de vuelo ubicada en el aeropuerto de Ottawa.
En 1972, la Fuerza Aérea de EU creó una pistola de pollo en la Base de la Fuerza Aérea Arnold en Tennessee, el cual podía disparar un pollo a más de 1,100 kilómetros por hora, estuvo en uso durante más de tres décadas.
Los primeros cañones de pollo funcionaban con aire comprimido y solo disparaban pollos muertos; en años más recientes, los ejercicios de choque con aves se realizan utilizando cadáveres de pollo o aves artificiales, hechas de gelatina o una sustancia similar.
Estos artefactos son útiles para probar los componentes estructurales de una aeronave, como las secciones del ala y la cola, las marquesinas de vidrio o los parabrisas, también son empleados para simular el impacto potencial en los motores en funcionamiento.
Primero, los cañones deben calibrarse para garantizar que el ave artificial dispare a velocidades similares a las condiciones reales durante el despegue, la aproximación y el aterrizaje.
Los usuarios más comunes de cañones de pollos son los fabricantes de aviones y el ejército; se confía en estas pruebas para demostrar el cumplimiento de las especificaciones necesarias para la certificación.
La tecnología ha avanzado tanto que las imágenes de las cámaras de alta velocidad, que capturan cada momento e impacto en la aeronave, pueden analizarse para identificar cualquier deficiencia que requiera corrección para lograr la aeronavegabilidad, de acuerdo con información de Simpleflying.
