Por lo general se asume que la inversión es inyectar capital o recursos para una finalidad, esperando que de manera directa haya algún rendimiento a un plazo determinado. A este modelo se le llama “Inversión Directa”, y consiste en aplicar los insumos a un fin específico de manera lineal y con una temporalidad acotada. Sin embargo, aunque es un esquema sencillo y relativamente fácil de aplicar, para la industria aeronáutica -como en tantas otras- no necesariamente es la única ni la mejor.
Otro modelo a explorar es la “Inversión Indirecta”, es decir, inyectar recursos a actividades productivas o de servicios que son tangenciales o derivados del rubro que se quiere estimular. Una de las ventajas de este modelo es que se puede fortalecer de manera integral el sector, así como se incentiva una gestión balanceada y eficiente. La Inversión Indirecta requiere de un mecanismo más complejo y articulado para conducirse que su contraparte ya señalada, en razón que requiere de un cálculo más elaborado, de una coordinación más finamente establecida, de integrar diferentes plazos y consideraciones, entre otras variables. Sin embargo, lo que permite de manera más sencilla que la Inversión Directa es que puedan participar diferentes inversionistas, con diferentes mecanismos e instrumentos financieros, con diferentes rendimientos y favoreciendo la competitividad.
Aquí es donde el sector aeronáutico nacional se enfrenta a un problema grave. Los mecanismos de Inversión Indirecta, aunque son altamente eficientes y rentables, son por naturaleza complejos. Su operación articulada no es lineal ni sencilla, y esto conduce a que funcionarios o suscriptores a alguna ideología que no tengan conocimientos y/o experiencia en estos mecanismos no la entiendan, y por tanto la caractericen equivocadamente. Esto, evidentemente, lleva a una valoración inapropiada, y puede verse comprometida por un discurso incompatible con la realidad.
Que las fuentes del financiamiento indirecto sean en su mayoría de carácter transnacional, tampoco ayuda mucho. En el resto del mundo esto no representa un mayor problema; de hecho, es la norma cotidiana y prácticamente ningún país desarrollado objeta a este planteamiento, pues es muy eficiente y con un costo realmente bajo. Pero en el clima nacional contemporáneo, donde existe un liderazgo nacional empecinado en ideas del antepasado y con un discurso ideológico fundamentado en un pasado que no existió y con visión de un mundo que no existe (ni existirá), parece que es virtualmente imposible acepten un planteamiento similar.
Por si esto no fuera suficientemente conflictivo, los planteamientos siguientes sin duda serán objeto de mucha mayor controversia. Existen tres tendencias en la inversión directa/indirecta en sectores tan especializados como la aeronáutica y la aviación que sin duda podrían beneficiar a nuestro rubro, pero que por su naturaleza compleja requieren de más precisión y experiencia para capitalizarlos. El primero de ellos es la “radiación de estímulos”. Básicamente, lo que describe este término es que cuando se inyectan recursos en una actividad o proceso específico con trascendencia estratégica (Centro de Gravedad) los beneficios que genera inician una reacción en cadena que se “irradia” a otros sectores o actividades circundantes.
Esto quiere decir que, si se estimula una actividad o proceso específico de la aeronáutica en México, los beneficios de sus productos o componentes que le integran pueden beneficiar a otros sectores industriales, empresariales o de servicios. Por su parte, cuando estos estímulos producen beneficios científicos, técnicos, tecnológicos, o de procedimientos integrales significativos, sus aplicaciones pueden trascender al sector del que se originan, y por tanto fortalecer a otras actividades sociales. Es así como un avance en la aeronáutica puede beneficiar a las ciencias de la salud o inclusive en la producción de alimentos. A este proceso de le llama “Hiperirradiación”.
El tercer factor que vemos constantemente en los procesos de inversión en aeronáutica a nivel global es el llamado “escalonamiento de especialización”. Éste implica que cuando se inyectan recursos para fortalecer un sector o proceso que le integra naturalmente los insumos se orientarán a ámbitos especializados dentro del mismo, donde estos recursos pueden ser empleados con mayor eficiencia. Esto genera que se especialicen ciertas actividades, que a su vez entran en competencia con otros rubros, estimulando el crecimiento y la profesionalización.
Por complejo que estas tres tendencias parezcan, en realidad son procesos naturales de la inversión estratégica. Con un poco de reflexión, el lector podrá visualizar sin mayor problema los beneficios de estas modalidades, y cómo podrían beneficiar no sólo a la aeronáutica nacional, sino también a cualquier actividad productiva nacional e internacional. También debemos aceptar que son consecuencias y procesos bastante lógicos, por lo que no estamos descubriendo nada nuevo.
Pese a que en este espacio admitidamente estamos simplificando la explicación de estos conceptos para su aplicación en la aeronáutica nacional (su correcto abordaje llevaría demasiado espacio para esta columna semanal) fácilmente podemos ver a qué obstáculos se enfrentan estos planteamientos en el México contemporáneo. Mientras el resto del mundo avanza decididamente en una dirección clara y contundente, la presente administración y su liderazgo se encuentra en una contra inercia de proporciones indignantes para el desarrollo estratégico sectorial y nacional.
Se puede argumentar que los conceptos e ideas planteados en este espacio, así como los de las semanas anteriores, corresponden a una “visión nacional” y de la aviación que no son compatibles con las de la presente administración. Y dicho planteamiento estaría en lo correcto. El problema no es la diferencia de opiniones, sino que el resto del mundo está avanzando en esta dirección a pasos agigantados, y aquí aparentemente no entienden las consecuencias de no sumarse a este proceso.
La próxima semana abordaremos cuáles son los ámbitos dónde se podría aplicar la inversión estratégica planteada en esta serie de columnas y cómo se verían materializados los conceptos plasmados en este espacio y en la de las tres colaboraciones anteriores. Le aseguro que para muchos no se esperan la propuesta que se expondrá, y que irónicamente, satisface al planteamiento del Estado Mexicano contemporáneo, así como en el plano estratégico a la aviación integral con tendencia global.
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