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23/12/2024

Tempus fugit

José Medina Go… / Lunes, 31 Diciembre 2018 - 11:58

El día de hoy terminamos un año increíblemente complejo, lleno de retos, de incertidumbre, de cuestionamientos y de perplejidades. Sin lugar a dudas, el 2018 quedará en la historia como uno de los años más difíciles para México, caracterizado por importantes y profundos cambios para nuestro país, entorno y contexto, y motivados por la búsqueda de un futuro diferente, mejor, esperanzador.

El año que concluye manifestó de manera clara dos procesos complementarios y contradictorios: por un lado, fue clara y manifiesta la ineficiencia y la mala gestión de muchos funcionarios y directivos del sector público y privado vinculados al sector aeronáutico y aeroespacial en México, tema que en los círculos especializados era un secreto a voces desde hace más de seis años.

Por otro lado, quedó claro que el nuevo Gobierno se ocupa más de lo urgente-inmediato que de lo importante-estratégico al desestimar el proyecto del Nuevo Aeropuerto en Texcoco, tratar de imponer su “voluntad política” en este tema y reiterar su reticencia para establecer un rumbo nacional estratégico, alineado a criterios, estándares y tendencias internacionales.

Como hemos comentado en este espacio, ambos procesos nos pueden llevar a una espiral descendente en materia de política y de inversión aeronáutica, y por consecuencia aeroespacial. A lo anterior debemos adjuntar dos consideraciones adicionales que debemos tener en cuenta antes de cerrar el año.

En primer lugar, tal parece que será la postura de la nuevo administración (una que esperamos enmiende en la dirección opuesta) de no invertir en tecnología, implementación científica y técnica, ni en renovación física en materia aeronáutica. Esto es peligroso y alarmante por que, sin dudas, esto representa una “sentencia terminal” al desarrollo de la aviación nacional, puesto que frena la inercia que el sector ha generado para ser competitivo a nivel internacional, con los estándares que el país requiere.

En segundo lugar el trágico incidente en cielos poblanos del 24 de diciembre, en el cual la gobernadora del Estado de Puebla y cuatro personas más perdieron la vida, nos recuerda la urgente e imperante necesidad de dar seguimiento a los criterios, lineamientos y estándares nacionales e internacionales de seguridad aérea.

Todavía estamos a varias semanas de conocer a detalle las causas de este muy lamentable y terrible incidente, pero lo que sí nos queda claro es que NADIE está exento de un accidente, y que ni las mismas autoridades son ajenas a los riesgos de un incidente aéreo que ponga peligro su integridad física, material y patrimonial. Este caso es un estruendoso llamado de atención al incipiente Gobierno, que será responsable de garantizar la seguridad aérea en la jurisdicción de la soberanía nacional.

Tal parece que cada semana ocurre un accidente/incidente aéreo en territorio nacional. Pero no es nuestra intención pecar de especulación, imprecisiones y de un análisis carente de significado real. Es por ello que debemos abogar por la prudencia, la cautela analítica y la sobriedad declaratoria. Sea este mejor un momento de reflexión y cierre a un turbulento 2018.

No se trata de olvidar, de ignorar, de dejar en los anales de la noción, ni mucho menos de rezagar temas a la ignominiosa impunidad reflexiva. Por el contrario, es un momento de depurar y de limpiar, de organizar y de jerarquizar para que, a partir de mañana, al albor de un nuevo año, podamos dar seguimiento y avance sagaz y contundente a estos temas. Sea también momento para con renovado vigor enfrentar nuestro porvenir, y reconocer que muchos retos nos aguardan, pero a todos ellos podemos dar solución y resolución con determinación, dedicación, prudencia y sapiencia.

Pero, más que reiterar los grandes retos y dificultades del año que termina, quisiera emplear este espacio y momento reflexivo para dilucidar las oportunidades coyunturales y contextuales que se avecinan para el 2019 en en el rubro aeronáutico y aeroespacial.

La presidencia de la República –así como su Secretaría de Comunicaciones y Transportes– deberá establecer formalmente el rumbo que el país adquirirá, gestionará y desarrollará en torno a la industria que nos ocupa, y por medio de ello se alinearán los proyectos en el corto, mediano y largo plazo en el sector. Estos a su vez definirán el rumbo de la inversión nacional y extranjera, pública y privada en infraestructura, desarrollos y avances aeronáuticos, lo que a su vez influirá en la apreciación/depreciación del sector aeronáutico nacional.

Sea entonces este un momento para dar la bienvenida a un nuevo ciclo que nace. Invito nuevamente al reflexivo lector a tornar la mirada a los cielos, a las alturas; a renovar la esperanza y el ánimo; a emprender nuevas altitudes recordando que no siempre tendremos cielos despejados y clima favorable, pero mientras mantengamos la altitud y la vista en ese firmamento que nos rodea, iremos por buen rumbo.

Recordemos aquel viejo proverbio de los pilotos de combate, el cual reza que “no hay nada más inútil que pista tras de uno, altitud arriba de uno, y combustible que no se cargó”.

Al inicio de este nuevo año, no caigamos en la tentación de regresar la mirada, de bajar nuestras expectativas y exigencias, ni de cargar con lastres innecesarios. Mejor recordemos que nuestra posición debe ser la de águilas y halcones, no de reptiles. Usemos esa postura para que con determinada audacia y consciencia podamos ver a un nuevo amanecer en el horizonte, dejando atrás la oscuridad de un ayer que nunca volverá.

¿Qué nos espera en el 2019? Eso es justo lo que vamos a averiguar. ¡Feliz Año Nuevo!

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