
Desde hace una década, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) ya mostraba cómo las caídas en el precio del combustible para aviones no se reflejaban de manera uniforme en todas las economías, debido a la volatilidad de las monedas locales frente al dólar estadounidense.
Este fenómeno es relevante porque la adquisición de combustible se paga, casi siempre, en dólares. La volatilidad en los precios del combustible para aviones denominados en USD se ha intensificado, especialmente desde 2020, impulsada por el colapso de la demanda a causa de la pandemia, la recuperación posterior en medio de interrupciones en las cadenas de suministro y el aumento de tensiones geopolíticas.
Los impactos más marcados se observan en Rusia y Brasil, cuyos tipos de cambio han registrado las mayores depreciaciones frente al dólar desde 2014. El rublo ruso se ha debilitado considerablemente tras la invasión a Ucrania y la imposición de sanciones internacionales que limitan el precio del petróleo ruso desde 2022.
Por su parte, el real brasileño también ha sufrido presiones recientes, en un contexto en el que se anticipa que el banco central relaje su política monetaria, pese a los persistentes problemas fiscales y el impacto negativo de los aranceles sobre la balanza de pagos del país.
Aunque en menor medida que en Rusia y Brasil, la Unión Europea, China e India también han experimentado una depreciación de sus monedas frente al dólar desde mediados de 2022. Sin embargo, este año el dólar ha perdido alrededor del 10% de su valor frente a muchas monedas, lo que ha beneficiado a los países que se encuentran en ese grupo, al reducir sus facturas de combustible en términos de moneda local.
El combustible representa cerca del 26% del total de los costos operativos de las aerolíneas, alternando con los gastos laborales como la categoría más significativa.
Aproximadamente entre el 55 y 60% de todos los costos globales del sector están denominados en dólares estadounidenses, mientras que sólo entre el 50 y 55% de los ingresos lo están.
Con base en esto, una apreciación del 1% del dólar frente a otras monedas globales podría reducir los márgenes operativos en aproximadamente 0.1 puntos porcentuales, mientras que una depreciación del 1% podría mejorarlos en esa misma proporción.







