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15/04/2025

AIFA: despega, pero aún no vuela

Raúl Sergio Ll… / Lunes, 14 Abril 2025 - 01:00

A tres años del inicio de operaciones del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el de la letra, tuvo su primer encuentro con el orgullo de la administración de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.

El AIFA, bajo el mando del General Brigadier ISIDORO PASTOR ROMÁN, ha mostrado un supuesto crecimiento en sus operaciones.

Cerró el año 2024 con más de 6.3 millones de pasajeros, lo cual lo posicionó como el octavo aeropuerto más transitado de México y uno de los treinta más importantes de América Latina.

En cuanto a carga, reportó un incremento del ciento cuarenta punto ocho por ciento, al pasar de 185 mil a más de 447 mil toneladas movilizadas.

Pero aunque la estadística despega, el criterio técnico y ciudadano mantiene los pies en la tierra.

El AIFA opera 47 destinos mediante 10 aerolíneas. Ninguna aerolínea extranjera ha querido establecerse ahí. Tampoco hay vuelos a destinos clave como Nueva York, Madrid o Bogotá.

El aeropuerto, diseñado para descongestionar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), funciona más a fuerza de decreto y castrense disciplina que por preferencia del mercado.

Incluso quienes trabajan dentro del aeropuerto reconocen lo evidente. “Es cómodo, pero se siente como un aeropuerto fantasma”, admite un sobrecargo que despega regularmente desde Santa Lucía.

Empleados de mostradores relatan lo mismo: puertas controladas y con llaves bajo resguardo militar, restaurantes vacíos, tiempo muerto. La sobriedad de sus instalaciones contrasta con la ausencia de dinamismo que se espera de un hub internacional.

Otro talón de Aquiles es la conectividad terrestre. Más del 90 por ciento de los pasajeros dependen del automóvil o del transporte privado para llegar.

Trasladarse desde zonas céntricas de la Ciudad de México puede tomar hasta dos horas y un Uber puede superar fácilmente los 600 pesos, una cifra que contrasta con el perfil de un aeropuerto que pretende ser popular, accesible y funcional.

La estrategia de crecimiento ha sido vertical, no orgánica: se obligó a las aerolíneas a trasladar operaciones de carga del AICM al AIFA. El resultado ha sido desigual. Algunas empresas prefirieron migrar a Querétaro o Toluca, donde los costos y tiempos les resultan más rentables. No hay consolidación sin demanda natural. Y sin conectividad, no hay internacionalización.

El AIFA puede presumir crecimiento, sí. Pero crecer no es lo mismo que consolidarse. Mientras no haya rutas atractivas, confianza del sector internacional, y soluciones reales a la conectividad, el AIFA seguirá operando en modo promesa, no en modo destino.

Porque volar alto no basta. Lo esencial —lo verdaderamente esencial— es conocer nuestro plan de vuelo.

¡Queda Dicho!

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