
La Fundación para la Seguridad en la Aviación (Foundation for Aviation Safety) hizo un llamado urgente para reformar el sistema internacional de investigación de accidentes aéreos, señalando que los protocolos actuales están desactualizados, presentan conflictos de interés estructurales y fallas sistémicas que amenazan la credibilidad del proceso y postergan mejoras vitales en materia de seguridad operacional.
Las investigaciones internacionales de accidentes están regidas por los procedimientos del Anexo 13 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), un marco establecido en la década de 1950. Pese a que ha recibido actualizaciones a lo largo de los años, dicho sistema no ha evolucionado al ritmo de la complejidad actual de la aviación, caracterizada por software avanzado, automatización y cadenas de suministro globalizadas.
Según la Fundación, este desfase genera un proceso vulnerable a sesgos, presiones políticas e incluso encubrimientos penales.
En casos donde fallas de fabricación, defectos de software o interrupciones en la cadena de suministro podrían estar implicados, las autoridades investigadoras a menudo carecen de la capacidad técnica suficiente para identificarlos, recurriendo en cambio a culpar a los pilotos o a fallos mecánicos aislados.
Esta tendencia se ve agravada por la dependencia de los llamados “partícipes en la investigación”, entre ellos los propios fabricantes, cuyas tecnologías podrían ser responsables.
El Anexo 13 establece que el “Estado de ocurrencia” encabece la investigación, lo cual puede someter el proceso a estructuras burocráticas locales o presiones políticas. Aún más preocupante es el papel que juegan los expertos técnicos de los fabricantes, quienes, aunque participan como asesores, enfrentan presión para proteger los intereses corporativos.
Esto ha derivado en un patrón sistemático de atribuir la culpa a los pilotos de forma prematura, sin agotar el análisis de evidencia.
Un ejemplo ilustrativo es el accidente del vuelo 171 de Air India, cuya investigación preliminar por parte de la Oficina de Investigación de Accidentes Aéreos de la India (AAIB) omitió información clave, como: la transcripción completa del registrador de voz de cabina (CVR); los mensajes de falla en tiempo real transmitidos por los sistemas ACARS y AHM; y las alertas y fallas visibles en las pantallas de la cabina.
La ausencia de estos datos impidió reconstruir con precisión la secuencia real de fallas electrónicas y de sistemas que llevaron al accidente.
Igualmente señalan que este no es un caso aislado pues las investigaciones de los dos accidentes del Boeing 737 MAX revelaron deficiencias similares, como la omisión de información crítica, obstrucción del análisis independiente y violaciones a normas internacionales.
La Fundación ha presentado evidencia de defectos en los sistemas eléctricos del 737 MAX ante autoridades aeronáuticas estadounidenses.
Las investigaciones tienen como propósito prevenir futuros accidentes, pero muchas tardan años en concluir. Esta demora no sólo diluye el impacto público, sino que retrasa reformas de seguridad que podrían salvar vidas. En una era de análisis de datos instantáneos y colaboración remota, prolongar estos procesos es inaceptable. Las tecnologías actuales permiten acelerar y transparentar los hallazgos.
Agencias como la NTSB suelen declarar: “No especulen, dejen que la investigación siga su curso”. Sin embargo, según la Fundación, el problema no es la especulación, sino el secretismo.
Expertos, ingenieros y analistas de todo el mundo pueden aportar perspectivas valiosas cuando se comparte información factual de manera abierta. La transparencia y la colaboración son esenciales para restaurar la confianza del público.
El objetivo es claro: sustituir un sistema que a menudo protege a instituciones por uno que proteja a pasajeros y tripulaciones. El modelo actual permite que quienes más tienen que perder controlen el flujo de información, definan narrativas públicas y retrasen la rendición de cuentas. La reforma no solo es urgente, es indispensable para preservar la integridad de la aviación global.
La Fundación para la Seguridad en la Aviación expresó su disposición para liderar este proceso de transformación y extendió una invitación abierta a actores de la industria, autoridades y expertos a sumarse a esta iniciativa.







