En la memoria de la mayoría de los mexicanos, el mes de octubre de 1968 es asociado en automático con los acontecimientos ocurridos en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, la noche del 2 de octubre; y por el desarrollo posterior, a partir del día 12, de la XIX Olimpiada realizada en México.
Pero en octubre de aquel año, hubo un acontecimiento que impacto directamente a la aviación comercial mexicana. Han pasado ya 52 años de aquel otoño.
Fue el ocurrido el 6 de octubre cuando una aeronave Hawker Siddeley HS748 de la empresa Aeromaya cubría el vuelo 322 entre Cozumel e Islas Mujeres. La Aeronave, con matrícula XA-SEY transportaba a 17 pasajeros y cuatro miembros de tripulación: el capitán P.A. Ricardo Erosa Troyo, el primer oficial, P.A. Manuel Gutiérrez Saldaña y las sobrecargos Aurora Ortega y Minerva Aguilar.
A escasos momentos posteriores al despegue del Aeropuerto Internacional de Cozumel, a las 13:35 horas, se presentó en la cabina de pilotos una mujer sumamente alterada empuñando una pistola que mantenía oculta bajo una chalina y amenazando a la tripulación con el arma, gritaba que la llevaran a la isla de Cuba.
La aeropirata era Judith Vázquez, una mujer de origen extranjero (algunos decían que era venezolana y otros colombiana), quien había abordado el avión en la Ciudad de México en compañía de sus hijos, un niño de 12 años y otro de 11 meses y que decía que quería salir de México lo antes posible, pues comentaba que su vida y la de su familia corrían peligro, por estar involucrada en los eventos del 2 de octubre.
Había abordado el vuelo 322 junto con sus hijos en la Ciudad de México, con destino final en Isla Mujeres, y se había mantenido tranquila durante todo el vuelo, que tenía como ruta la Ciudad de México – Campeche – Chichén Itzá – Cozumel – Isla Mujeres.
El capitán Erosa Troyo intentó convencerla de desistir de su demanda, de lo peligroso que era su actitud, pues ponía en riesgo a sus hijos y a los demás pasajeros, así como del delito en que estaba incurriendo, incluso trataron de regresar a Isla Mujeres, haciendo un viraje muy suave a la izquierda, pero Judith Vázquez se dio cuenta por la posición del sol.
Le explicaron que como nunca volaban a La Habana desconocían la ruta, las frecuencias de comunicaciones y que no contaban con el combustible necesario para el vuelo. Tras lograr en vano de convencer a la secuestradora, el capitán Erosa se comunicó con la central de Aeromaya en el aeropuerto de Mérida para informar de lo que ocurría a bordo del avión.
Posteriormente establecieron contacto con el vuelo 175 de la aerolínea Transportes Aéreos de Nicaragua, cuya tripulación les dio toda la información requerida como frecuencias de radio, radioayudas y rumbos de pista del Aeropuerto José Martí, de La Habana.
Faltando aproximadamente 15 minutos para arribar a La Habana, en complicidad con un par de pasajeros, se logró desarmar a la mujer, no sin antes haber forcejeado con ella, pues intentó en un par de ocasiones tomar los controles o jalar los aceleradores y fue en ese momento que se dieron cuenta de que la pistola era de juguete.
Pero había pasado tiempo y el combustible se encontraba ya en un punto crítico, tras evaluar la situación el capitán tomó la decisión de continuar a La Habana, pues no tendrían el suficiente combustible para un vuelo seguro y regresar a Isla Mujeres.
Tras comunicarse con el Centro de Control en La Habana, el XA-SEY continuó su vuelo hacia el Aeropuerto José Martí, donde aterrizó en punto de las 15:43 hrs., escoltado por dos aviones MIG de la Fuerza Aérea Cubana.
Tras llegar a plataforma y ser abordados por autoridades cubanas y oficiales del ejército revolucionario, Judith Vázquez fue detenida y entregada a la policía local junto con sus hijos. Los tripulantes y pasajeros del vuelo 322 de Aeromaya, fueron interrogados y tuvieron que cubrir todas las formalidades que las autoridades del aeropuerto les impusieron. ¡Eso sí, todo siempre en un ambiente cordial, asistidos por personal de la embajada mexicana en La Habana! Y posteriormente les ofrecieron a precios módicos ron y habanos como recuerdo de su “aventura”.
Finalmente se cargó combustible y el HS748 XA-SEY, partió a las 22:05 hora local con sus pasajeros y tripulantes rumbo a la ciudad de Mérida, donde arribaron a las 22:15.
Aunque el primer caso de interferencia ilícita registrado en nuestro país ocurrió el 9 de agosto de 1961, cuando un ciudadano franco – argelino secuestró el vuelo PA501 de la Pan American World Airways, se trataba de un avión Douglas DC8-33 que cubría la ruta Ciudad de México – Guatemala, es el secuestro del avión de Aeromaya el que queda en la memoria del nuestro país como el primero ocurrido a una aeronave con bandera, matrícula y tripulación mexicana.
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