Antes de salir en Mi Pobre Angelito y convertirse en presidente de los Estados Unidos de América, en 1989 Donald Trump lanzó una aerolínea a la cual, como a casi todos sus negocios, le estampó su apellido: Trump Shuttle. Pero, ¿qué fue de ella?
El 7 de junio de 1989, el magnate estadounidense compró la antigua aerolínea Eastern Airlines por 365 millones de dólares y atrajo a cerca de 800 trabajadores –que en ese momento estaban en paro laboral– a su nueva empresa, que se anunció como una línea aérea chárter de lujo.
Trump Shuttle existió entre 1989 y 1992 y operó entre los aeropuertos de LaGuardia (Nueva York), Logan International (Boston) y Washington. En su auge tuvo una flota de 21 aviones B727 despegando vuelos cada hora.
Sin embargo, en sus cuatro años de vida, la aerolínea chárter no logró ser económicamente viable, debido a varios factores entre los que se incluye una caída en la demanda aérea en el noreste de Estados Unidos, la primera guerra contra Irak (que encareció al combustible) y la mala gestión de Trump, quien no terminó de entender cómo funcionaba una línea aérea.
Bruce Nobles, antiguo presidente de Trump Shuttle, señaló que el ahora presidente estadounidense quería llevar el lujo extremo a sus aviones, como asientos de cuero y utilería de oro.
Llegó a pagar hasta un millón de dólares en renovar aviones que sólo valían cuatro millones e hizo sugerencias imposibles para recortar costos, como disminuir la tripulación de cabina de tres a dos (cuando la normativa de la época marcaba que a bordo debían viajar un piloto, un copiloto y un ingeniero).
También un incidente afectó a la aerolínea: en agosto de 1989 un vuelo que llegó de Boston a LaGuardia tuvo una falla con el tren de aterrizaje y provocó que la aeronave descendiera con la nariz pegada a la pista. Nadie resultó herido, pero sí afectó la reputación de la nueva chárter.
Finalmente, en diciembre de 1991, Trump comenzó a buscarle comprador a su empresa fallida y aceptó la propuesta de USAir, la cual le quitó de las manos una deuda de 245 millones de dólares en préstamos a la empresa y 100 millones que el empresario debía personalmente.
