La empresa Kitty Hawk busca crear una red de taxis voladores en Nueva Zelanda dentro de los próximos tres años, utilizando su nuevo vehículo autónomo aéreo, Cora, al mismo tiempo que aprovecharían los beneficios de las regulaciones aeronáuticas de este país.
Este grupo de inventores californianos ha diseñado durante los últimos ocho años un taxi aéreo que pueda despegar como un helicóptero y volar como lo hace un avión, y que sea utilizable en territorios urbanos.
Cora tendrá una velocidad máxima de 180 kilómetros por hora, un alcance de hasta 100 kilómetros y será totalmente eléctrico, además de autónomo, por lo que las personas no tendrán que aprender a manejarlo.
Con capacidad para dos personas, y una altitud máxima de 915 metros por encima del suelo, Kitty Hawk ha recibido los certificados de aviación experimental por parte de la Autoridad de Aviación Civil de Nueva Zelanda y de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos.
Durante los últimos años, la compañía ha realizado sus pruebas en la isla sur de Nueva Zelanda, en la región de Caterbury, debido a que las regulaciones para experimentar con este tipo de aeronaves son mucho más flexibles en este país que en la Unión Americana, de donde provienen sus fundadores.
Además, Nueva Zelanda es uno de los países con mayores ecosistemas energéticos y sostenibilidad en el mundo “con el 80 por ciento del país funcionando con energía renovable, y ahora quieren aprovechar las ventajas de la revolución de los coches eléctricos”, señaló Kitty Hawk en un comunicado.
Varias empresas alrededor del mundo están apostando por el diseño de taxis aéreos, que utilicen energías renovables y que puedan facilitar la movilidad y el transporte en las ciudades del futuro. “Es como en la vieja serie Los Supersónicos”, dijo en su momento Uma Subramanian, CEO de Voom, otra empresa que busca crear un mercado para los taxis aéreos, en Sao Paulo y Ciudad de México.
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