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30/04/2024

Cuando un aeronáutico sabe que no va a poder ser piloto

Juan A. José / Miércoles, 13 Diciembre 2023 - 01:00

Yo no sé usted estimado lector de este muy aeronáutico espacio editorial, pero su servidor frecuentemente se topa con personas que al enterarse de nuestra vocación por lo aéreo le comentan a uno que a ellos les hubiese gustado ser pilotos y comienzan a explicar por qué no lo lograron.

Desde mi experiencia puedo dividir las razones por las cuales una persona estaría imposibilitada para obtener una licencia de piloto aviador en tres grandes grupos: a) temas de salud; b) temas económicos y c) temas de coyuntura, refiriéndome a estos últimos como cualquier otra circunstancia, distinta a los temas de salud y economía de los aspirantes que les impida llegar a pilotear una aeronave y a los que, de la misma manera que a los financieros, sin menospreciarlos, veo de alguna manera como “superables” debido a que estoy convencido de que, si bien no siempre, en buena medida “querer es poder”, tanto así que estoy seguro que muchos de los lectores de A21 conocen de historias de grandes capitanes de ambos sexos, que vencieron enormes obstáculos en sus ámbitos culturales, familiares y sociales para finalmente poder sentarse, con la debida capacidad técnica y legal de hacerlo, en los controles de un avión.

El asunto se complica de manera importante y en muchos casos hasta insuperablemente al hablar de temas de salud física y mental. Y es que se puede tener todo lo necesario económica, académica, legal y administrativamente hablando para convertirse en aviador, pero si no se superan las evaluaciones médicas a las cuales invariable y periódicamente se deben someter los interesados, los certificadores simple y sencillamente no pueden dejar que esa persona aspire a ser piloto o se mantenga como tal por una sencilla razón: la seguridad de las operaciones, de las personas y los bienes.

Ya he comentado en alguna entrega anterior en este mismo espacio editorial, que, si yo no hubiese decidido abandonar mis estudios para obtener mi licencia de piloto comercial luego de ser ya piloto privado, y por ende, habiendo podido experimentar en primera persona la maravilla de estar al mando de una aeronave, unos pocos años después, esa litiasis renal crónica, conocida coloquialmente como cálculos renales, que padezco desde hace 40 años, habría acabado con mi carrera. Debo confesar que una de las razones de mi decisión de colgar las alas tuvo que ver con lo complicado que me resultaba pasar los exámenes médicos, algo que sumado a otros factores que no pretendo detallar en esta oportunidad, me llevaron a la conclusión de que lo mío son los aviones, pero no ser piloto. 

En cualquier caso, vaya frustración la que me hubiese llevado en caso de haber regresado de Vero Beach con mi licencia comercial y haber obtenido una plaza ya fuese en Aeroméxico o en Mexicana, solo para que más temprano que tarde terminase incapacitado para volar por el dolorosísimo tránsito al exterior de mi cuerpo de una piedra desde uno de mis riñones. 

No en balde dicen mis estimadísimos y por ahí no muy anónimos amigos que padecen el flagelo del alcoholismo que hay que tener serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las que sí podemos y sabiduría para conocer la diferencia. Nada más válido en especial al reconocer, por más doloroso que ello suene, que siempre hay un límite en todo y que identificarlo nos puede ayudar mucho a llevársela mejor en la aventura del vivir.

Pero hay que ser empáticos; debe ser muy difícil para cualquiera que tenga un sueño saber que, por la razón que sea, el mismo, lo más probable es que no se va a cumplir, lo cual nos remite al tema de la compasión, debido a que creo que es tiempo de reconocer que si bien el problema de la salud mental de los pilotos está siendo finalmente asumido como una de las grandes amenazas a la seguridad de las operaciones, forzando a los examinadores médicos a ser más cuidadosos al verificar esta variable al momento de realizar sus evaluaciones, para en lo posible, evitar casos como el del accidente del vuelo 9525 de Germanwings en el año 2015, ocasionado por un criminal suicida, también es tiempo de entender lo sutil, subjetiva y por consecuencia lo compleja que suele ser una afección mental, derivado de lo cual, de la misma manera en la que se puede incurrir en serias amenazas a la seguridad de las personas al permitir que quien no debe esté al mando de una aeronave lo esté, asimismo se puede etiquetar de manera por demás injusta a cierto individuo que “pareciera” que se sale del molde, marginándolo no solamente de una licencia aeronáutica, sino inclusive de muchas otros derechos, llevándolo algunas veces a un ostracismo que bien puede destrozarle por completo. La verdad es que me parece por demás injusto que a un inofensivo y controlado “emotivo” por ejemplo, se le niegue una licencia, misma que se le otorga sin problema a tantos energúmenos (neuróticos) que es bien sabido colman las cabinas de vuelo y en ciertas ocasiones terminan causando letales accidentes al salirse de control emocional.

El hecho es que eso de pilotear una aeronave no es para todos, de ahí la importancia de hacer conciencia entre los futuros aeronáuticos que llegar a ser comandante de vuelo no es la única gran opción para hacer una carrera en la industria. Quien firma esta nota, con su licencia de Piloto Privado vencida desde hace 45 años, ejerce con placer su oficio aeronáutico a partir de ciertos títulos universitarios y actividades profesionales que frecuentemente lo llevan a volar como pasajero, compensando en buena medida cierta natural frustración por no estar al mando de la aeronave en la que viaja.

En fin; lo importante es, insisto, empatizar con quien desee, pero no logre ser aviador, por la razón que sea, orientándolo hacia labores que lo acerquen lo más posible al avión, brindándole indiscutiblemente enormes satisfacciones, pero que hay que reconocer, y de ahí lo profundo del asunto, no se comparan lo que se siente estar al mando de una aeronave en vuelo, privilegio por cierto de muy pocos, que no siempre comprenden.

*“Los  artículos firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no reflejar  el  criterio  de  A21”*

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