En el último año el precio del combustible para aviones incrementó 70%, rozando los 103 dólares por barril. Este es el precio más alto en los últimos 5 años, de acuerdo con la consultora británica OAG.
Esta situación pone un desafío más para la recuperación de la crisis del covid-19, ya que el costo de la turbosina representa entre el 20% y el 30% de los gastos operativos de las aerolíneas. Sin embargo, se estima que el precio baje cuando la producción del petróleo aumente.
En cuanto al uso de combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés), tampoco es una opción viable, debido a que su producción mundial apenas alcanza el 0.1% de lo que necesita la industria a nivel mundial, según los datos de IATA, lo que provoca que el precio suba junto con la demanda.
Actualmente el costo del SAF es entre 2 y 4 veces más alto que la turbosina tradicional. Sin embargo, el grupo de aerolíneas Air France KML ha dicho que en realidad su costo puede ser entre 4 y 8 veces más caro.
Si bien IATA ha instado a los gobiernos para que apoyen la producción de SAF, a través de estímulos económicos, Francia ha tomado otro camino al exigir a las aerolíneas que a partir del primero de enero de este año su reabastecimiento de combustible debe incluir al menos 1% de SAF en su mezcla, previendo que para el 2025 el requisito sea del 2 %, y del 5 % en el 2030, informó OAG.
Sin embargo, generalmente las aerolíneas suben sus precios para equilibrar los costos al aumentar el precio del combustible, por lo tanto, no sería distinto si recurren a esta estrategia al usar SAF. Asimismo, la consultora expone que a diferencia de los precios más altos usando turbosina, cuando sea por el consumo de combustibles sostenibles se estaría ayudando al medio ambiente.
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