
Como bien dice el refrán, “en todos lados se cuecen habas”, y pues en el sector aéreo no es la excepción: mientras en México lidiamos con nuestros propios desafíos y problemas dentro del sector aéreo, al otro lado de la frontera, en Estados Unidos, el cierre del gobierno (“shutdown”) ha puesto en jaque la operación de su sistema aéreo, quedando en claro que ninguna nación está exenta de “turbulencias”.
Y pues sí mis queridos tripulantes, el sistema aeronáutico estadounidense, referente global por su precisión operacional y estrictos estándares de seguridad, hoy está enfrentando su propia turbulencia, al pasar hoy por una de las crisis institucionales más complejas desde la pandemia de 2020. Esto debido al cierre del Gobierno Federal que inició el pasado 1° de octubre de 2025, viéndose severamente afectada la aviación civil de Estados Unidos, donde esa maquinaria interconectada de agencias regulatorias, controladores y aerolíneas, se encuentra “operando en modo de emergencia”, sostenida apenas por la profesionalidad y resiliencia de su personal esencial.
Pero ¿Qué es el llamado shutdown que está causando esta turbulencia en el sector aéreo estadounidense?
Se refiere al “cierre de Gobierno” que surge cuando el Congreso estadounidense no consigue aprobar el presupuesto federal, lo que obliga a suspender la financiación de agencias consideradas como “no esenciales”. Sin embargo, en este cierre, lleva más de un mes de duración, incluso las actividades de Dependencias o Agencias clasificadas como esenciales, como la Administración Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) y la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA por sus siglas en inglés), se encuentran bajo mucha presión, ya que han continuado operando, y su personal lleva al día de hoy 42 días sin recibir su sueldo.
Esta situación se ha vuelto ya muy compleja pues ha dejado a más de 13,000 controladores de tráfico aéreo y miles de agentes de inspección de la TSA trabajando sin remuneración desde el 1 de octubre. Estos profesionales, a quienes el gobierno federal los clasifica como “críticos para la seguridad nacional”, lo que les impide suspender sus labores; no obstante, han continuado laborando sin recibir ingresos y muchos han comenzado a solicitar licencias con motivo de “enfermedad” o abandonar temporalmente sus puestos. No es una huelga, es un desgaste humano acumulado que amenaza con extenderse a toda la cadena operativa.
En esencia, este cierre del gobierno de Estados Unidos está causando ya “severas afectaciones significativas a la seguridad operacional en la aviación” en ese país, pues existe ya una creciente preocupación por la seguridad aérea debido a la escasez de personal y la fatiga de los trabajadores.
¿Cuáles son las principales afectaciones a la seguridad operacional?
Trabajar en estas condiciones no es humano, ya que cómo cualquier persona, aunque desarrollen “actividades que son consideradas esenciales”, pues el personal de la FAA y TSA también tienen que llevar el sustento a sus hogares, y actualmente están afrontando los siguientes problemas:
- Fatiga del personal y estrés por falta de pago: Miles de controladores aéreos y agentes de la TSA, como ya mencioné, son considerados empleados “esenciales”, por lo que están siendo obligados a trabajar sin recibir su sueldo. Esto sin duda, les genera una inmensa distracción y estrés financiero, para poder alimentar a sus familias, lo que compromete severamente su capacidad para concentrarse plenamente en trabajos que son críticos para la seguridad aé
- Aumento de errores de control de tráfico aéreo: Se han estado presentado cientos de informes de seguridad por parte de pilotos sobre errores cometidos por los controladores aéreos, atribuidos directamente a la fatiga y la sobrecarga del sistema debido a la escasez de personal.
- Escasez de personal y ausentismo: La falta de pago provocada por el cierre de Gobierno en los Estados Unidos, ha provocado un aumento en las “bajas por enfermedad” y el ausentismo masivo entre los controladores aéreos, obligando a la FAA a tomar la decisión de reducir vuelos en 40 aeropuertos, para poder manejar la carga de trabajo con menos personal y evitar exponer la seguridad en las operaciones.
- Interrupción de servicios de apoyo esenciales: Los controladores aéreos no cuentan con el apoyo habitual y completo de agencias como el Servicio Meteorológico Nacional (NWS) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), lo que puede afectar la información crítica sobre el clima para la navegación aé
- Falta de apoyo en ciberseguridad e inteligencia: Los oficiales de seguridad de transporte carecen del apoyo habitual en áreas de ciberseguridad e inteligencia debido a las licencias sin goce de sueldo del personal de apoyo, creando posibles brechas en la seguridad general del sistema.
En consecuencia, estar “operando” con personal agotado y sin compensación, el pasado 7 de noviembre, el actual secretario del Departamento de Transporte, Sean Duffy, anunció una reducción del 10% en las operaciones aéreas en 40 aeropuertos del país, entre ellos los más congestionados y estratégicos: Nueva York, Atlanta, Los Angeles, Chicago, Miami y Dallas, entre otros.
Esta medida, descrita como un “ajuste operacional de emergencia”, busca descongestionar el espacio aéreo ante la imposibilidad de sostener turnos normales de control y revisión técnica, y poder manejar la carga de trabajo con menos personal y evitar exponer la seguridad en las operaciones.
Pero las consecuencias se sienten de inmediato:
- Más de 4,000 vuelos cancelados o reprogramados.
- Demoras promedio de más de 90 minutos en horas pico.
- Sobrecarga de tráfico en aeropuertos secundarios.
Y lo más grave no es la cancelación misma de los vuelos, sino la ruptura del flujo sincronizado del sistema. Cada vuelo cancelado desencadena una reacción en cadena que afecta rutas de conexión, planificación de tripulaciones y disponibilidad de flota. Las aerolíneas estiman pérdidas entre 120 y 150 millones de dólares diarios, sin considerar los reembolsos y compensaciones a pasajeros.
Esta situación ya es crítica, y el mismo secretario Sean Duffy, hizo hincapié en que, si el “shutdown” del gobierno se prolongaba, podrían requerirse restricciones aún más drásticas, especialmente por el faltante de controladores aéreos.
Y ¿Cuáles son los costos invisibles del cierre de Gobierno?
Considero que quienes están sufriendo las afectaciones principales son para el “capital humano” y los pasajeros. En el núcleo de esta crisis, sin duda se está afectando al componente humano. Es decir, los controladores aéreos, que son quienes garantizan cada aterrizaje y despegue seguro, y que están trabajando jornadas extendidas sin un pago, además, con niveles de fatiga que comprometen su capacidad de reacción. Por su parte, también están los agentes de la TSA, responsables de la primera línea de defensa en la seguridad aeroportuaria, operan entre la frustración y el agotamiento, con filas que duplican los tiempos usuales en aeropuertos como de mayor afluencia como Atlanta, Dallas y JFK de Nueva York.
En consecuencia, a medida que aumenta el ausentismo por parte del personal, las líneas de seguridad se alargan y el estrés en la terminal se multiplica. Lo que para el pasajero se traduce en filas interminables, retrasos y pérdida de conexiones, pero para el sistema esto implica un riesgo estructural de seguridad operacional, especialmente en aeropuertos con infraestructura crítica y rutas internacionales.
Además, también están siendo afectados los viajeros y las aerolíneas. Un cierre prolongado erosiona la confianza en la puntualidad del sistema estadounidense, afecta la reputación de sus operadores y genera externalidades negativas sobre los mercados de transporte y turismo globales, particularmente en Latinoamérica y Europa, donde los vuelos de conexión dependen de los grandes hubs norteamericanos.
Esto representa un gran golpe a la conectividad y a la economía global, toda vez que Estados Unidos mueve más de 2.5 millones de pasajeros diarios. Recortar un 10% equivale a 250,000 viajeros menos cada día, una cifra que impacta en múltiples dimensiones:
- Cadenas logísticas por retrasos en la carga aérea.
- Conectividad internacional, con desvíos forzados hacia aeropuertos alternos.
- Mantenimiento aeronáutico y certificaciones, paralizados al no operar plenamente las oficinas de la FAA.
Este cierre está afectando incluso a las cadenas de logística de carga, ya que aproximadamente el 50% de la carga aérea nacional viaja en los bellys de aviones de pasajeros, por lo que las demoras y las cancelaciones elevan los costos y pueden influir en los precios de los productos en tiendas. Asimismo, afecta a fabricantes aeronáuticos, compañías de mantenimiento y escuelas de vuelo, que dependen directamente de la renovación de licencias o la certificación técnica y pues las oficinas están paradas.
La disrupción alcanza así a toda la cadena de valor del sector: desde el pasajero en tránsito hasta los gigantes de la aviación, la industria aeroespacial y el comercio.
Si el cierre continúa más allá de esta semana, la FAA podría incrementar los recortes hasta el 20% de los vuelos domésticos, especialmente en franjas horarias saturadas. Los efectos adversos se amplificarán con el inicio de la temporada alta de viajes, con el thanksgiving, navidad y fin de año, poniendo en jaque la capacidad de respuesta del sistema.
Es por ello que iniciaba mi columna señalando, que “en todos lados se cuecen habas”, si Estados Unidos no llega a un acuerdo, para poner fin al “cierre de Gobierno”, podría agravar el tema aéreo en este país; ya que solo un acuerdo presupuestal temporal, en lo que se aprueba el presupuesto en el Congreso, podría reactivar los fondos congelados y liberar los pagos atrasados al personal esencial, aunque el restablecimiento operativo completo requeriría al menos una semana adicional tras el levantamiento formal del cierre.
Y así, el shutdown ha revelado una vulnerabilidad estructural del modelo estadounidense: la dependencia absoluta del financiamiento público para mantener la red aérea más compleja del planeta.
La cancelación del 10% de las operaciones en 40 aeropuertos no solo expone una crisis política; muestra cómo la falta de estabilidad fiscal se traduce directamente en inestabilidad operacional.
Sin duda, podemos ver como la aviación requiere continuidad: técnica, humana y presupuestaria. Sin ella, ni los más avanzados sistemas automatizados pueden sostener su promesa de seguridad y eficiencia.
Mientras el Congreso debate partidas y prioridades partidistas, cada minuto de silencio en una torre de control o cada fila detenida ante un escáner sin personal recuerdan una realidad contundente: cuando el gobierno se apaga, los cielos también lo hacen.
Que nos quede esto de lección, y ojalá que el shutdown del Gobierno de Estados Unidos termine pronto, por el bien y la seguridad de los cielos.
Continuaremos dando seguimiento a esta situación.
¡Hasta el próximo vuelo!
Era Calderón
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