
“El amor cuando es sincero se encuentra lo mismo en las torres de un castillo que en humilde vecindad”…
Hay vuelos que no necesitan despegar para elevar la temperatura política. El del senador GERARDO FERNANDEZ NOROÑA, por ejemplo, encendió los motores de la polémica antes de que el Socata TBM 850 con matrícula “gringa” N850KL que despegara rumbo a Coahuila.
Se supone que el avión en referencia pertenece a un fideicomiso registrado ante el Banco de Utah, lo cual oculta la identidad real de su propietario.
Nada como un viaje de seis horas en un avión privado para recordarnos que la “austeridad republicana” también tiene clase ejecutiva… y minibar.
A Noroña le gusta el discurso encendido, el verbo de barricada y el puño al aire; pero parece que cuando sube al cielo también cambia el modo de vuelo: pasa de “revolucionario” a “charter premium”.
Lo más curioso es su explicación: que fue por “practicidad”. Claro, porque nada dice “defensor del pueblo” como una turbina de 600 caballos rugiendo rumbo a Coahuila.
El avión costó unos dos mil dólares por hora, lo cual eleva el vuelo a alrededor de 280 mil pesos.
Un gasto “necesario”, diría él; casi lo que gana un obrero en un año… o lo que un senador puede justificar con algo de contorsionismo retórico.
No es un episodio aislado en los últimos años de política reciente, son muchos gobernadores, senadores, diputados, alcaldes y alcaldesas que vuelan en aviones privados.
ADAN AUGUSTO LÓPEZ HERNANDEZ, cuando era secretario de Gobernación, fue criticado por usar helicópteros oficiales para traslados personales en Tabasco.
LUIS RODRIGUEZ BUCIO, comandante de la Guardia Nacional, voló privado en giras familiares con gastos no justificados.
ALEJANDRO ARMENTA, gobernador de Puebla, fue captado en un jet durante campañas.
Más recientemente, IGUEL ENRIQUE VALLIN OSUNA , exdirector de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), utilizó una aeronave privada para desplazarse en actividades oficiales disfrazadas.
En todos esos casos, la pregunta fue la misma: ¿coincidencia o contradicción?
El problema no es solo el vuelo —que ya es bastante simbólico—, sino el aterrizaje ético.
La Ley de Aeronáutica Civil prohíbe usar aeronaves extranjeras sin permiso; la Ley General de Responsabilidades Administrativas sanciona “beneficios indebidos”; y la moral pública debería castigar la incongruencia con turbulencia severa. Más aún cuando la propia AFAC, se hace de “la vista gorda” y deja que se lleven a cabo estos “vuelitos”.
Mientras tanto, la presidenta CLAUDIA SHEINBAUM PARDO se mantiene en modo “evita la tormenta” y no confronta; RICARDO MONREAL aconseja prudencia ética, o lo que en lenguaje de cabina significa “ajusten el cinturón pero sigan volando”.
Lo más irónico es que en el sexenio que prometió volar rasante sobre la corrupción, la flota privada de líderes se expandió más rápido que una pista de aterrizaje.
Ocho de cada diez vuelos polémicos recientes se vinculan con Morena.
Podrá no ser ilegal usar un jet privado, con matrícula MEXICANA cierto. Pero hacerlo mientras se profesa la austeridad y se presume cercanía con el pueblo es como llevar un letrero luminoso que dice “hipocresía en cabina”.
Y si a eso le sumas la matrícula N850KL, ocultada bajo un fideicomiso —difícil de rastrear—, entonces lo que no falta es suspicacia.
Porque el problema no es que Noroña haya volado privado: es que mientras algunos vivimos en el asfalto del discurso, él y otros se perfilan en altitudes de privilegio.
En este vuelo la verdad está en el aire… Pero también en los recibos que aún no ha mostrado…
“Volando encontrarás un mundo nuevo solo déjate llevar”…
¡Queda dicho!
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