
Cuando un país confunde autoridad con jerarquía, los controles dejan de servir.
La Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), hoy por hoy, no sólo enfrenta una aparente crisis de corrupción, sino una distorsión profunda del principio civil que debe regir la aviación.
Aparentemente, todo iba bien, pero la destitución del General MIGUEL ENRIQUE VALLIN OSUNA era ya inevitable: su gestión fue el reflejo de un modelo que mezcla mando militar con burocracia civil, donde el uniforme pesa más que la transparencia.
El caso del vuelo privado, en el cual Vallín Osuna se transportó junto con otros funcionarios, es el síntoma visible de una enfermedad institucional: la impunidad de quienes deberían garantizar la legalidad del aire mexicano.
La presidenta CLAUDIA SHEINBAUM PARDO ha sido clara en su política de austeridad y ética pública: ningún servidor emanado de Morena debe usar aviones privados.
Y sin embargo, el propio regulador de la aviación violó ese principio.
Pero la crisis no termina en la AFAC. Es momento de revisar también el papel que han asumido algunos marinos en los aeropuertos del país, cómo el caso de Guaymas, donde el mando militar ha sustituido, de facto, la responsabilidad civil.
La disciplina castrense aporta orden, sí, pero el control civil es el que garantiza transparencia, rendición de cuentas y equilibrio de poder.
No se puede hablar de modernización si los aeropuertos operan bajo estructuras rígidas y opacas, más propias de un cuartel que de un sistema de transporte público internacional.
Así como se exige depuración en la AFAC, debe plantearse un cambio estructural en la administración de los aeropuertos operados por la Marina.
Lo hemos dicho infinidad de veces, la aviación es un sector altamente técnico, sujeto a normas internacionales que privilegian la gestión civil.
Los militares como los marinos han cumplido su papel, pero el siguiente paso requiere una transición ordenada hacia mandos especializados, con visión de servicio público, transparencia administrativa y sobre todo rendición de cuentas.
La llegada del General EMILIO AVENDAÑO GARCÍA al frente de la AFAC podría marcar ese viraje, si su gestión se enfoca en recuperar la confianza, profesionalizar la estructura y devolver a la autoridad aeronáutica su carácter técnico, no militar.
La aviación mexicana necesita menos jerarquía y más conocimiento; menos obediencia ciega y más control efectivo.
Porque cuando los cielos se gobiernan desde el silencio del uniforme y no desde la razón del servicio público, el riesgo no está sólo en las alturas… sino en el rumbo del país.
¡QUEDA DICHO!
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