Los ojos de muchos mexicanos estuvieron puestos en el pasajero que de Asunción, Paraguay llegó a México tras un largo vuelo.
Pero seguramente uno de los más atentos, fue sin lugar a dudas el capitán Carlos Merino, exgobernador interino de Tabasco, hoy al frente de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), sin más mérito visible que su obediencia política y su cercanía con Adán Augusto López Hernández.
Porque no nos engañemos: la mano que lo llevó hasta ASA no fue la de Claudia Sheinbaum Pardo.
Merino no forma parte de su círculo cercano. No es operador, ni estratega, ni interlocutor frecuente. Pero sí ha sido, durante años, un escudero disciplinado de Adán Augusto, su sombra política en Tabasco.
El boleto para su llegada a ASA lleva nombre y apellido: Adán.
El problema no es solo el nombramiento, sino lo que representa. Merino dejó el estado sumido en la peor crisis de seguridad en dos décadas: homicidios disparados, narcomenudeo multiplicado por diez, estructuras criminales operando con protección institucional.
Todo esto mientras su secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena, hoy detenido y acusado de liderar “La Barredora”, era mantenido sin cuestionamiento alguno.
La respuesta de Merino fue siempre la misma: silencio.
Y ahora, como si nada, dirige una de las instituciones más estratégicas del país, responsable del suministro de turbosina y del soporte técnico aeronáutico. Un puesto con influencia nacional, presupuesto robusto y, sobre todo, bajo el radar del escrutinio mediático.
¿Premio? ¿Refugio? ¿Pago de favores? Todo apunta a una mezcla de las tres.Y lo más preocupante es que desde el cielo de la política lo perfilaron, en algún momento, para algo aún más ambicioso: la dirección de Caminos y Puentes Federales (Capufe).
El rumor no es menor. Implica que quienes fracasaron en lo esencial —garantizar seguridad en su estado— podrían ser reciclados como guardianes de la infraestructura nacional.
La turbulencia sobre Carlos Merino no es una metáfora editorial.
Lo dijo la propia presidenta:
“Ha de haber sido en el 21, 22, que se viene una ola de más violencia… A partir de ahí empiezan muchas investigaciones.”
Diagnóstico directo desde Palacio: fue él quien descompuso Tabasco.
El detalle, que no es menor, es que Claudia Sheinbaum —hoy comandante de la aeronave nacional— fue quien lo nombró director de ASA.
Y eso plantea una disyuntiva incómoda: si el piloto que provocó turbulencia en tierra ahora vuela la red de la turbosina del país… ¿se avecina una nueva tormenta?
¿Quién protege a Merino? ¿Por qué se premia la lealtad política por encima de la responsabilidad pública? ¿Y cómo podemos construir un país más justo si seguimos enviando a los señalados a cuidar las puertas del país?
Tabasco tiene selvas, ríos, cielos y volcanes. Tiene historia, cultura y una tierra pródiga. Pero también tiene heridas abiertas. Y mientras no haya rendición de cuentas, ese edén seguirá siendo refugio de unos pocos… y herida para muchos más.
En política, el que calla no solo otorga. A veces, también despega.Pero a veces, también… se desploma.
¡Queda Dicho!
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