En la industria aérea no hay margen para el error: cada decisión afecta la seguridad, la confianza de los pasajeros y, por supuesto, la vida de quienes hacen posible que un avión despegue y aterrice todos los días.
Por eso el reciente mensaje del Comité Laboral de VivaAerobus, aerolínea al mando de JUAN CARLOS ZUAZUA y dirigido a su “Equipo Viva”, merece leerse más allá de la retórica corporativa: es un espejo de lo que hoy viven varias aerolíneas mexicanas que intentan equilibrar costos, eficiencia y, al mismo tiempo, cuidar a su gente.
En el comunicado, la empresa insiste en tres ideas clave: preservar la estabilidad financiera, proteger el empleo digno y asegurar el futuro sostenible de una “Viva fuerte”.
Sin embargo, lo que llama la atención es la sinceridad con la cual admite la necesidad de “ajustar la capacidad operativa” y literalmente “darle vuelo” a un segmento identificado de colaboradores.
No es un recorte masivo, dicen, sino una revisión puntual, “justa y necesaria”.
Palabras que reflejan el peso de las decisiones en un sector que no perdona improvisaciones.
La realidad es que, en aviación, el capital humano es insustituible.
No hay manual de operación que reemplace la experiencia de un comandante curtido en tormentas, ni programa de capacitación que iguale la intuición de una sobrecargo que detecta un riesgo antes de que ocurra.
Cuando una aerolínea anuncia ajustes en pilotos y tripulantes de cabina, lo que está en juego no es solo la contabilidad: es la cultura de seguridad y el espíritu de servicio que respiran sus aviones.
Lo positivo es que el mensaje no se esconde detrás de eufemismos.
Habla “fuerte y claro” de las causas: ausentismo recurrente, incumplimiento operativo y actitudes contrarias al ADN de la empresa.
Es decir, Viva quiere quedarse con los que suman, con quienes “dan la milla extra, cuidan su trabajo y aportan al éxito de todos”. Esa definición de pertenencia es, en sí misma, un llamado a elevar el compromiso.
Pero también hay un contraste inevitable. Se suele pedir al trabajador que “se ponga la camiseta”, que dé más y más, aunque pocas veces la empresa se coloca en los zapatos de su gente.
La notificación de despidos y cambios en las prestaciones laborales choca con el más reciente informe de tráfico, en el cual el propio Zuazua, celebró un crecimiento del 7.8 por ciento en el número de pasajeros transportados, gracias a una demanda estable durante el verano.
Una paradoja que desnuda la distancia entre la narrativa de éxito hacia afuera y las medidas de ajuste hacia adentro.
La lección es doble. Para los empleados: la profesionalidad no es negociable.
Para la empresa: la transparencia y el respeto —valores que presume en su mensaje— deberán demostrarse en cada acción, sobre todo cuando se toca el terreno sensible del empleo.
La historia de la aviación enseña que las aerolíneas sobreviven a las crisis gracias a sus trabajadores, no a pesar de ellos.
VivaAerobus quiere volar alto en medio de turbulencias económicas. Ojalá entienda que, sin su gente, ningún despegue es posible.
¡Queda Dicho!
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