Hace un par de años, a finales del mes de agosto de 2023, mis editores en el portal de noticias del sector del transporte y la logística T21 me hicieron el favor de publicarme una nota que titulé “Aguas con el AICM”, en referencia a la amenaza que se cernía sobre la que entonces era la terminal aeroportuaria más importante de América Latina, hoy día destronada por “El Dorado” de Bogotá, Colombia y Guarulhos de San Paulo, Brasil.
¿Será que la integridad de los usuarios del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) está en peligro conforme dicha infraestructura está evidenciando serios problemas de mantenimiento y de comportamiento ante las lluvias? —pregunté en mi columna, en la que además comenté que “desde simples goteras hasta verdaderas cascadas, el AICM ha tenido por décadas una complicada relación con el agua, algo que los propios gestores de la infraestructura, incluyendo sorprendentemente a funcionarios relacionados con temas de seguridad y protección civil parecen negarse a reconocer”.
La realidad es que el pasado domingo 10 de agosto, le fue muy mal al “Benito Juárez” con el tema de las lluvias. Si bien resulta imposible dejar de reconocer que la precipitación de ese día pudo haber puesto en entredicho a cualquier infraestructura, también es un hecho que el AICM, como todo el país, padece un virtual abandono desde hace ya varios años, concretamente desde que el gobierno del entonces Presidente Peña Nieto le puso fecha de cierre de operaciones ante el eventual inicio de las mismas en el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en proceso de construcción en el Lago de Texcoco, acentuado por el austericidio que ha supuesto el obradorismo.
El descuido al que ha sido sometido el AICM es tan serio que su principal cliente (Aeroméxico), de manera inusitada, se pronunció públicamente el pasado 12 de agosto, luego de una nueva suspensión de operaciones a nivel pistas, también causada por inundaciones, reclamando a las autoridades federales y de la Ciudad de México por el mal estado de las instalaciones en las que opera y solicitando que las mismas sean arregladas, cuya reacción fue crear un grupo interinstitucional para atender este tipo de contingencias. Ya veremos si sirve de algo…
El asunto se complica por el perfil y gestión de algunos funcionarios, caso por ejemplo del encargado de impartir cursos de Protección Civil del aeropuerto desde tiempos del último gobierno del PRI, a quien este columnista descubrió impartiendo uno sin mencionar a las inundaciones como una amenaza potencial para esta infraestructura. ¡Por favor! Le dije, ¡claro que lo son!, procediendo a demostrarle la razón. Se quedó tan callado como seguramente ha de estar ahora mismo.
Mientras personajes como ese sigan influyendo en las decisiones de la alta dirección de entidades como el AICM, nuestra aeronáutica civil seguirá por ese mal camino que está recorriendo. Y es que ese es el origen de muchos problemas, es decir, hacerle caso a colaboradores con tan bajo nivel profesional o no sustituirlos por hombres o mujeres conocedoras, capaces y experimentadas lo único que hace es perpetuar o generar nuevos vicios en una organización. Estoy hablando de colaboradores de confianza, generalmente mandos medios, que “medio le saben” a lo suyo y a lo aeronáutico, pero que se venden muy efectivamente ante los jefes, a los que no son capaces de decirles un necesario ¡no!, aun en asuntos poco encomiables o recurren descarada y hasta poco éticamente “a la barba” en todas sus acepciones —así lo dejo.
Solamente cuando ocurren las cosas serias, caso de las inundaciones en comento en el AICM o del incidente que tuvo lugar en una de sus pistas hace unas semanas cuando dos aeronaves estuvieron cerca de chocar, se hacen o se simulan esfuerzos para tratar de entender lo sucedido, sin llegar al fondo del asunto qué es saber realmente lo que está ocurriendo en la gestión de la seguridad, eficiencia, sustentabilidad, economía y calidad de las operaciones aéreas en México, algo que incluyendo la clase de perfiles a cargo de ello. Seguramente me van a odiar quienes “les quede el saco”. Es más, muchos de ellos me odian desde que se dieron cuenta de que no compraba sus gestiones y conceptos.
Esperemos que ahora sí “los jefes” hagan lo necesario para que el agua no siga siendo un factor de vergüenza a nivel mundial para un aeropuerto que se merece una mejor administración y que, además, me da la impresión no está listo para atender una demanda tan importante y sofisticada como la que tendrá el año que viene con motivo del Mundial FIFA de Fútbol.
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”