
Una mirada al uso civil, la regulación y los desafíos emergentes de seguridad en México y el mundo
M.E. Roberto Sánchez Escobar. Escuela Nacional de Protección Civil, Campus Chiapas
En México, el uso de drones civiles muestra un crecimiento moderado. Tras la pandemia, los registros de drones de uso personal disminuyeron, mientras que el uso comercial repuntó en 2022, alcanzando 2,840 drones registrados, la mayor cifra entre las tres categorías existentes. En total, ese año se reportaron 5,189 drones en operación.
En contraste, España registró en 2024 más de 25,000 nuevos operadores, superando los 119,000 registros, reflejando un mercado mucho más dinámico. Los drones se han integrado a la vida diaria de las nuevas generaciones, junto con celulares, relojes inteligentes e inteligencia artificial. Su uso recreativo y comercial crece, muchas veces sin conocimiento de las normas que regulan el espacio aéreo. Este fenómeno refleja lo que el sociólogo Ulrich Beck llamó “la sociedad del riesgo”: una modernidad que avanza, pero genera nuevas amenazas.
Más allá del entretenimiento o emprendimiento, los drones también implican riesgos reales: pueden interferir con aeronaves, invadir la privacidad o incluso ser utilizados con fines delictivos, entre otros usos. El conflicto en Ucrania mostró su potencial bélico en la materia, y en México, el crimen organizado ya imita su uso para lanzar explosivos o vigilar territorios. Esto obliga a repensar cómo se regula y se responde ante esta tecnología, no solo desde la aviación civil, sino desde una perspectiva social que comprenda su impacto en la seguridad, la economía informal y la convivencia urbana.Frente a estos riesgos, es crucial adoptar una perspectiva de seguridad integral como advierte la teoría del riesgo social en donde los peligros tecnológicos surgen también de la desigualdad, la informalidad y la ausencia de regulación efectiva. La ley debe ir más allá del papel: necesita anticipar, prevenir y adaptarse a nuevas formas de violencia que pueden surgir desde el aire, incluido el terrorismo transnacional que se espera en eventos masivos o lugares concurridos en países como Israel, Estados Unidos, México, Canadá, Inglaterra, Francia, Alemania y España, de acuerdo con Rodríguez Castro (2025) en “El terrorismo que viene es la sustitución de la guerra”.
Además, frente a un entorno global cada vez más complejo —donde los drones han sido usados como armas en conflictos como el de Ucrania—, México no puede ignorar que actores criminales ya están adaptando estas tecnologías para actividades violentas. Esto obliga al Estado a reforzar no solo la regulación, sino también los mecanismos de respuesta, vigilancia y prevención desde una perspectiva de seguridad pública y defensa civil, sino también establecer los mecanismos de cooperación internacional y locales en prevención de cualquier atentado a través del uso de drones frente al posible objetivo del terrorismo internacional: el Mundial de futbol 2026 (Rodríguez Castro, 2025).
En definitiva, los drones simbolizan un dilema moderno: ¿cómo aprovechar la innovación tecnológica sin convertirla en un nuevo factor de riesgo? La respuesta no está solo en las leyes, sino en la capacidad del Estado y la sociedad para comprender y gobernar la tecnología desde una mirada crítica, democrática y preventiva.El monopolio del uso legítimo de la fuerza para garantizar la unidad, preservación y seguridad de la población pertenece al Estado; sin embargo, existen otros actores en lo nacional e internacional que pueden hacer uso ilegítimo de la violencia para el logro de sus objetivos de acuerdo con Richaud Torres, J. I., 2016. Actores no estatales ya utilizan esta tecnología con fines delictivos replicando estrategias observadas en conflictos como el de Ucrania.
En aras de asistir al Estado bajo criterios de colaboración, cooperación y coordinación adecuados, los esfuerzos deben orientarse a los principios rectores del Doc. 10118 de la OACI, para que, con base en sus experiencias y consecución de tales tentativas o actos de interferencia ilícita se presenten avances en la ejecución del plan para la seguridad de la aviación civil (GASeP) consolidando así el fortalecimiento del Estado.Recordemos que las amenazas materializadas que nos han brindado lecciones en la aviación civil corresponden a un momento histórico; sin embargo, son dinámicas y evolucionan constantemente bajo el contexto global de acuerdo a los avances en la ciencia y tecnología, como lo es con los drones, así como por la difusión mediática que propicia “imitadores y seguidores” o crea conocimiento a quienes desconocían los métodos de perpetrar actos de interferencia ilícita incitándoles a realizarlos.
Un gran reto para todos en México de frente al mundial de futbol 2026.
M.E. Roberto Sánchez Escobar1Escuela Nacional de Protección Civil, Campus Chiapas
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