El espacio ultraterrestre, anteriormente un dominio explorado solo por unas pocas potencias, se ha transformado en un escenario cada vez más concurrido, vital para la humanidad y consecuentemente se han extendido a éste intereses geopolíticos y de seguridad. Esta creciente actividad, impulsada por el rápido avance científico -tecnológico y la emergencia de nuevos actores, más allá de los tradicionales Estados, pone de manifiesto la crítica necesidad de una sólida diplomacia y gobernanza espacial. La insuficiencia del marco jurídico actual, forjado en un contexto geopolítico radicalmente diferente, representa -entro otros aspectos que a continuación les presento- un desafío considerable para garantizar el uso pacífico y sostenible del espacio.
- El marco legal obsoleto: Un legado de la Guerra Fría
Los cinco tratados multilaterales del derecho espacial, el conjunto de principios y resoluciones, codificados en el seno de las Naciones Unidas entre finales de los años 60 y fines de los 70, fueron producto de una era bipolar dominada por la rivalidad entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Si bien sentaron las bases para el uso pacífico del espacio, su alcance es intrínsecamente limitado para abordar los desafíos contemporáneos:
-Tecnología anacrónica. Las regulaciones existentes no anticiparon la miniaturización satelital, la proliferación de constelaciones masivas (mega constelaciones), la capacidad de servicios en órbita, el turismo y la minería espacial, o el desarrollo de armas antisatélite (ASAT).
-Ausencia de mecanismos de aplicación. Aunque se prohíbe la apropiación nacional del espacio y se establecen responsabilidades por daños, los mecanismos para hacer cumplir estas disposiciones son débiles y carecen de la agilidad necesaria para responder a violaciones a la norma vigente o controversias.
-Definiciones ambiguas. Por increíble que parezca, pero la falta de una delimitación clara entre el espacio aéreo y el ultraterrestre en pleno siglo XXI, así como las definiciones imprecisas de “actividad espacial” o “objeto espacial”, generan lagunas jurídicas que pueden ser explotadas por intereses de potencias y empresas.
- El avance estratégico del NewSpace: un catalizador de cambios
La tendencia del NewSpace ha revolucionado la industria espacial, trascendiendo el dominio exclusivo de las agencias gubernamentales. Ahora, las empresas privadas, universidades e incluso individuos están desarrollando y lanzando sus propias misiones al espacio exterior, impulsados por la reducción de costos, los cohetes reutilizables, la miniaturización de los satélites y la consecuente democratización del acceso al espacio. Este avance, si bien promueve la innovación y el desarrollo económico, también introduce complejidades significativas en materia de seguridad:
-Proliferación de actores. El aumento exponencial de participantes, incluyendo potencias emergentes y empresas privadas con intereses comerciales, militares y científicos, vuelve mucho más compleja la coordinación y la asignación de responsabilidades entre los diversos actores con actividades espaciales.
-Intereses divergentes. Las nuevas potencias espaciales (China, India, Japón, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Corea del Sur, Canadá, Brasil, entre otras), sus agencias y los actores privados (empresas espaciales y de defensa: SpaceX, Blue Origin, Rocket Lab, ULA, Virgin Galactic, Axiom Space, iSpace, Relativity Space, Astrobotic, Astroscale, Planet Labs, Space Pioneer, Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon Technologies (RTX), Airbus, Boeing, GE Aerospace, Sierra Space, entre muchas otras), persiguen sus propios intereses estratégicos, que pueden no siempre alinearse con los principios de uso pacífico o la sostenibilidad a largo plazo del espacio. Esto incluye la explotación de recursos en el espacio, el desarrollo de capacidades defensivas/ofensivas y la provisión de servicios globales. A pesar de que la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de organismos internacionales especializados como la Oficina de las Naciones Unidas para los Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UU OOSA) y la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (UN COPUOS), promueven el uso responsable, sostenible, equitativo y pacífico del espacio; su actuación es insuficiente debido a que sus capacidades son meramente técnicas y legales. Los asuntos de política y seguridad internacional en la materia los revisan -casi con nulo interés- – otros entes multilaterales como el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas y la Conferencia de Desarme.
-Riesgo de conflictos. La creciente congestión orbital, la proximidad de activos espaciales de diversas naciones y empresas, y la ausencia de normas claras de comportamiento en la gestión del tráfico espacial aumentan el riesgo de colisiones, interferencias e incluso potenciales conflictos intencionales.
- Un nuevo orden geopolítico: desafíos y oportunidades
El escenario geopolítico actual se caracteriza por la aparición de nuevas potencias espaciales emergentes (como China, India, Japón y los Emiratos Árabes Unidos), la revitalización de actores tradicionales y la intensificación de la competencia por la hegemonía espacial (EE.UU., Rusia y China). En este contexto, la diplomacia y la gobernanza espacial adquieren una relevancia fundamental que asegure el uso pacífico, responsable y sostenible del espacio:
-Prevención de la militarización y armamentismo en el espacio: A pesar del Tratado del Espacio Ultraterrestre (1967), que prohíbe el emplazamiento de armas de destrucción masiva en el espacio, la línea entre el uso civil y militar es cada vez más difusa. Por ello, la diplomacia espacial es esencial para negociar medidas de fomento de la confianza, normas de comportamiento o códigos de conducta responsable y, en última instancia, prevenir y contener la inminente carrera armamentista en el espacio.
-Gestión de desechos espaciales. La basura espacial existente representa una amenaza creciente para todas las futuras misiones al espacio. Por ello, la gobernanza espacial es crucial para desarrollar e implementar directrices internacionales para la mitigación de desechos, la remoción activa y el intercambio de información de seguimiento.
-Asignación de recursos y espectro. La órbita geoestacionaria y el espectro de radiofrecuencias son recursos finitos. De ahí que la diplomacia y la gobernanza espacial sean necesarias para establecer mecanismos equitativos y transparentes para su asignación y evitar potenciales interferencias perjudiciales.
-Fomento de la cooperación internacional. Ante múltiples desafíos globales como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la prevención de desastres, el espacio ofrece a la humanidad y al planeta soluciones únicas. La diplomacia espacial facilita la colaboración en misiones científicas, sistemas de observación terrestre (EO) y la provisión de servicios satelitales en beneficio de toda la raza humana.
-Desarrollo de Soft Law y normas de comportamiento: Ante la crisis del multilateralismo (un proceso complejo que se ha desarrollado a lo largo del tiempo, con momentos clave y factores diversos, en los que se puede identificar un declive en el funcionamiento efectivo del multilateralismo durante la Guerra Fría debido a la polarización entre los EE.UU. y la Unión Soviética. Posteriormente, en la década de 1990 y principios de los 2000 tuvo un breve repunte que, desde entonces, ha enfrentado múltiples y crecientes desafíos) y la consecuente lentitud en la codificación de nuevos tratados multilaterales. Los acuerdos soft law (esencialmente directrices, códigos de conducta, mejores prácticas) emergen como herramientas jurídicas pragmáticas para abordar los desafíos inmediatos. La diplomacia espacial es el vehículo para negociar y promover la adopción de estas normas, sentando las bases para una futura codificación. Como ejemplo podemos citar las Directrices Operativas para la Mitigación de Desechos Espaciales de la COPUOS (ver mi colaboración en Aviación 21: “La regulación internacional sobre desechos espaciales”, mayo 19, 2023) y los esfuerzos para establecer normas para las operaciones de encuentro y proximidad, el Régimen de Control de Tecnología de Misiles / Missile Technology Control Regime (MTCR), entre otros.
En suma, la diplomacia espacial y la gobernanza espacial no son meros accesorios suntuarios en el contexto geopolítico actual; son imperativos estratégicos para salvaguardar el uso pacífico y sostenible del espacio ultraterrestre. Ante un marco jurídico internacional frágil, rebasado e insuficiente, los veloces avances científico -tecnológicos, un NewSpace dinámico y creciente, un nuevo orden geopolítico en evolución, nuevas potencias y actores con intereses estratégicos divergentes, es fundamental impulsar acciones decididas que permitan a la humanidad garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la actividad humana con fines pacíficos en el espacio:
Revitalizar los foros multilaterales. Fortalecer el papel de la Comisión de las Naciones Unidas sobre el Uso del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPUOS), la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y otros foros regionales especializados relevantes para el diálogo y la negociación. Inclusive de ser necesario, como ya ha sido propuesto, valorar la creación de una Organización Internacional del Espacio, con la suficiente fuerza política, legal y técnica necesarios para coordinar, regular y verificar la actuación pacífica, responsable y sostenible de Estados y empresas.
Explorar nuevos modelos de gobernanza espacial global. Evaluar la posibilidad de marcos regulatorios innovadores más flexibles y adaptativos, con visión de largo plazo, que puedan evolucionar al ritmo de los vertiginosos avances tecnológicos.
Desarrollar normas de comportamiento responsable. Avanzar en la creación de códigos de conducta y mejores prácticas para las operaciones espaciales, incluyendo la transparencia, la notificación previa, así como evitar llevar a cabo actividades peligrosas en el espacio, incluidas las armas de destrucción masiva y nucleares, la energía nuclear, entre otras acciones peligrosas o bélicas.
Fomentar la confianza y la transparencia. Implementar medidas de transparencia y fomento de la confianza para reducir la desconfianza y la percepción de las amenazas, como el intercambio de datos satelitales y la notificación de lanzamientos.
Promover la cooperación público-privada. Establecer mecanismos de colaboración entre gobiernos y actores privados para el desarrollo de estándares de seguridad y sostenibilidad a largo plazo en la actividad espacial.
En última instancia, el futuro del espacio dependerá de la capacidad de la comunidad internacional para adaptarse a las nuevas realidades, trascender intereses estrechos y trabajar colectivamente para garantizar que el espacio siga siendo un dominio de paz, cooperación e innovación en beneficio de toda la humanidad. La diplomacia espacial es el arte de construir estos puentes, y la gobernanza espacial, es el andamiaje sobre el cual se construirá un futuro espacial seguro y próspero para que eventualmente la humanidad pueda -en el futuro próximo- transitar a convertirse -de la manera más civilizada posible- en una espacie inter o multi planetaria.
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