En América Latina, operar una aerolínea no es tan rentable como muchos podrían imaginar. Llevar a un pasajero del punto A al punto B deja a la compañía aérea una ganancia que apenas alcanza para unas papas fritas en McDonald’s. Aunque la comparación pueda parecer exagerada, ilustra con claridad lo estrecho y desafiante que es el modelo de negocio de la aviación comercial en la región.
Durante la apertura de la conferencia Wings of Change Americas 2025, celebrada en Bogotá, Peter Cerdá – IATA, lanzó una cifra que lo dice todo: “En América Latina, la ganancia promedio por pasajero es de US $3.40, el equivalente al precio de un café Juan Valdez en el aeropuerto”.
Que el margen por pasajero sea comparable con unas papas fritas o un café en el aeropuerto, no es una anécdota, es una señal de alerta. Porque estas no son analogías exageradas, sino la realidad financiera con la que deben lidiar las aerolíneas que aún apuestan por conectar la región.
Solo en 2024, más de 481 millones de pasajeros volaron en América Latina y el Caribe, lo que representó un crecimiento del 7.8 % frente al año anterior. Colombia y Brasil lideran este impulso, pese a los conocidos desafíos en materia de seguridad, en el caso colombiano y de regulación en ambos países. Y es que, mal que bien, el turismo sigue demostrando ser una fuente vital de ingresos y un auténtico motor de dinamismo económico.
La aviación en la región genera más de 8.3 millones de empleos y aporta USD 240 mil millones al PIB regional. Cada vuelo no es solo un servicio: es el inicio de una cadena de valor que dinamiza sectores como el turismo, el comercio, la hotelería y la conectividad social. Un caso emblemático es el turismo médico, que ha convertido a países como Colombia en destino preferido para miles de viajeros internacionales que buscan procedimientos estéticos y quirúrgicos de alta calidad a costos competitivos. Esta sinergia entre salud y conectividad aérea no solo impulsa el ingreso de divisas, sino que reafirma el papel estratégico de la aviación como motor del desarrollo económico regional.
Cualquier aumento en impuestos, tasas aeroportuarias o regulaciones puede hacer que ese margen desaparezca. De hecho, en algunos países del Caribe, los impuestos representan hasta el 40 % del valor del boleto, y se ha demostrado que un solo cambio tributario puede reducir la demanda en un 30 %.
En Colombia, hay proyectos que buscan imponer topes tarifarios y regular hasta el equipaje. Aunque se presentan como medidas para proteger al pasajero, en la práctica elevan los costos operativos y pueden terminar afectándolo aún más. El “país de la belleza” podría estar convirtiéndose, sin notarlo, en el “país de las maravillas regulatorias”, donde cada nueva norma parece más fruto de la improvisación que de una política técnica y sostenible.
Mientras en ciudades como Lima, Santiago o São Paulo se inauguran terminales modernas, Colombia sigue aplazando la inversión en infraestructura clave. La aviación no despega sobre pistas deterioradas ni aeropuertos colapsados.
Wings of Change no fue solo una conferencia fue una advertencia con cifras en mano: sin reglas claras, inversión seria y visión de largo plazo, la aviación latinoamericana corre el riesgo de quedarse en tierra. Eso sí, como siempre, las regulaciones seguirán volando… y el entusiasmo por regular podría terminar superando el entusiasmo por visitar nuestro país.
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