“Muchos años uno cree que el caer es levantarse, y de repente ya no te paras…”
Hace unos días, México se estremeció al ver al imponente buque escuela CUAUHTÉMOC chocar torpemente contra el puente de Brooklyn, en costas internacionales.
No pasó ni un día y uno de los pocos aviones F-5 aún en operación dentro de la FUERZA AÉREA MEXICANA terminó tirado sobre una pista al intentar aterrizar en el Aeropuerto de Guadalajara.
En el caso del CUAUHTÉMOC, la investigación sigue en curso. Pero no hace falta ser perito naval para intuir una causa común y sistemática en lo que ocurre en el mar, en tierra y en el aire: los efectos colaterales de la llamada AUSTERIDAD REPUBLICANA, convertida por decreto en religión presupuestal desde el sexenio anterior.
“Y uno cree que puede creer y tener todo el poder… y de repente no tienes nada.”
Se prometió orden, ahorro y eficiencia. Pero lo que hoy vemos son equipos sin mantenimiento, infraestructura que se desmorona y sistemas técnicos sin reemplazo.
El conglomerado militar GAFSACOMM, encabezado por ADOLFO HÉCTOR TONATIUH VELASCO BERNAL, administra aeropuertos, hangares, centros de carga y más. Ha dejado de realizar mantenimientos básicos, de esos que antes se llevaban a cabo año con año.
En varios aeropuertos del país, las máquinas de rayos X para acceder a las salas de última espera ya no funcionan.
Pero eso sí: hay más elementos castrenses custodiando los pasillos… que pasajeros en los vuelos.
Y cuando el cielo parecía el último bastión seguro, también comenzó a tambalearse. Los controladores aéreos de México, representados por el sindicato SINACTA y su líder VÍCTOR HERNÁNDEZ, trabajan bajo protesta. No por gusto ni revancha. Por responsabilidad.
Los radares no han sido actualizados. Los equipos de comunicación no se han revisado. El presupuesto de SENEAM fue recortado en 36 por ciento. Muchos controladores llevan meses sin recibir pago por jornadas extraordinarias. Además, enfrentan reducciones salariales y una plantilla insuficiente para cubrir los turnos.
La respuesta gubernamental fue contratar trabajadores eventuales, sin prestaciones y con sueldos 40 por ciento menores.
¿Resultado? Más estrés. Menos seguridad. Y un sistema de navegación aérea operando únicamente gracias al profesionalismo de quienes, pese a todo, se mantienen firmes en sus puestos.
La ironía es evidente: hoy tenemos más aeropuertos… pero menos confianza en el aire. Más militares… pero menos mantenimiento. Más discursos sobre soberanía… pero menos inversión en aquello que verdaderamente sostiene el vuelo: tecnología, experiencia y rigor técnico.
No es catastrofismo. Es la realidad que se filtra entre los hangares, las torres y los radares.
Y esa realidad ya no cabe bajo la alfombra.
Afuera tú no existes, solo adentro (Afuera)… Afuera no te cuido, solo adentro (Afuera)… Te desbarata el viento sin dudarlo (Afuera)… Nadie es nada, solo adentro…
¡Queda dicho!
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