El alto costo de la improvisación
Al momento en el que tuve ante mí al primer pasajero que me tocó atender en el “Lost and Found” de Mexicana de Aviación, o dicho en castellano, su servicio de equipajes extraviados y “encontrados” (no siempre, por cierto), allá por el año 1986, me sentí perfectamente preparado para hacerlo, aun cuando, tal y como solía ser el caso, la gran mayoría de los pasajeros que acudían a mi oficina podían tener algo que reclamar a la aerolínea, ya fuese por algún problema con su equipaje o con el servicio que habían recibido,