Imposible no escribir unas líneas respecto al “posting” o publicación con la que iniciamos amargamente esta semana, que fue emitido por la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) en un Boletín Electrónico fechado el 7 de mayo pasado y titulado “Posting of a Significant Safety Concern (SSC) – Mexico”, el cual se filtró y difundió el día lunes en medios y redes sociales.
En síntesis, el contenido de la publicación se refiere a una importante preocupación o inquietud en materia de seguridad aérea de la OACI, básicamente relacionada con el vencimiento de la periodicidad de la inspección en vuelo de las radioayudas para la navegación aérea. Esto significa, según lo aclara la propia OACI, que el Estado no está proveyendo vigilancia suficiente a la seguridad aérea que garantice la implementación efectiva de los Estándares aplicables de la OACI.
Del boletín se desprende que, si estas inquietudes identificadas no se resuelven después de los 90 días de que fueron publicadas en un sitio privado de la OACI, se publicarán ahora en un sitio público de la OACI.
Habrá que esperar que otras observaciones o hallazgos de la OACI se dan a conocer, derivadas del resultado del Universal Safety Oversight Audit Programme (USOAP) que se realizó semanas atrás al Estado mexicano a través de la AFAC; pero por lo menos, esta situación en particular que fue publicada por la OACI, se trata principalmente de una falta de capacidad de vigilancia de la seguridad aérea por parte del regulador específicamente en el tema de las radioayudas, derivada entendemos sí de falta de control eficiente, pero sobre todo tratando de ver el bosque y no el árbol, de falta de capital humano, de falta de manos, lo que se traduce en falta de presupuesto, lo que se traduce en falta total de conocimiento y entendimiento por parte de los creadores y asignadores del presupuesto federal (Ejecutivo y Legislativo) del valor del transporte aéreo, de su trascendencia en la economía del país, pero también de los riesgos que una mala gestión de la seguridad operacional conllevan.
Sin duda, todos estos tropiezos, fracasos y obstáculos que se han vivido en los últimos años en el sector del transporte aéreo de nuestro país, obedecen a problemas estructurales en dicho sector, los cuales son verdaderos límites al desarrollo de cualquier Estado u organización, que, si no son enfrentados y atacados con políticas y estrategias de largo plazo, donde participe el Estado, el sector privado y la sociedad en su conjunto, no podrán ser resueltos de fondo y de manera definitiva.
Hay que ver hacia adelante, pero sin dejar de analizar con detenimiento qué ha sucedido en los dos o tres últimos sexenios en el transporte aéreo de nuestro país, desde que la FAA nos degradó por primera vez de categoría, vista esta retrospectiva desde un panorama macro en cuanto a la asignación de presupuestos, nivel de prioridad de la aviación en las agendas del ejecutivo federal y de los titulares de la autoridad cabeza de sector, su involucramiento e interacción con la industria, así como desde la perspectiva más particular y enfocada por ejemplo a la transformación estructural del regulador.
En fin, esperemos que esta publicación de la OACI no le haga mucho ruido a la FAA, y le permita al Estado mexicano a través de la autoridad de aviación solventar esta inquietud y se logre llegar al final del sexenio manteniéndonos dentro de la primera división de la aviación global, y no compartiendo problemas de safety con Armenia, Bhutan, El Congo, Liberia y otros estados, desde luego sin menospreciar a esas dignas naciones.
¿Cómo verían muy estimados lectores poner en el escritorio de la próxima titular del ejecutivo federal, sea cual sea la elegida, una lista de nombres de posibles candidatas a dirigir a la AFAC ?, yo ya tengo mi lista de excelentísimas mujeres que podrían encabezar a nuestro regulador en el próximo sexenio, cómo la ven.
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