Una de las prácticas de la industria del aerotransporte mundial que más molesta a los pasajeros es la de sobrevender sus vuelos con el objetivo de optimizar su rentabilidad, aspirando a que los mismos despeguen, no solamente a su máxima capacidad, sino que la misma sea ocupada por tráfico, ya sea de pasajeros o carga, pagando las más altas tarifas posibles.
Para lograr lo anterior las aerolíneas recurren a la creación en su estructura organizacional de áreas generalmente conocidas como “Optimización”, es decir, aquellas en las que se emplean métodos matemáticos para determinar los valores de las variables que logran el máximo rendimiento de un proceso o un sistema, empleando modelos de estadística y probabilidad que permitan estimar con la mayor precisión posible, es decir, con base a información confiable y el talento de especialistas en estas artes, caso de los profesionales de la actuaría, el comportamiento real de la demanda de cada vuelo operado, incluyendo el número de asientos o metros cúbicos de espacio en las bodegas de carga que no serán ocupados por no presentarse, debido por ejemplo a pérdida de conexiones, cancelaciones de último momento, problemas para acceder al aeropuerto, incapacidades, falta de documentos o simple y sencillamente abandono del derecho de transporte por parte del cliente.
Dicho de otra manera, mientras exista, por las razones anteriores u otras, la posibilidad de que un espacio termine por ser disponible en un vuelo, sobrevender es una estrategia que contribuye significativamente a la rentabilidad de una operación aérea y por ende de la aerolínea. Además, por lo menos en México es una práctica legal, tal y como lo establecen los artículos 52, 52Bis y 53 de la Ley de Aviación Civil.
El problema y de ahí el origen de esta entrega es que en los tiempos gloriosos de las aerolíneas que operan o intentan operar bajo modelos de alta eficiencia, que son básicamente todas, en los que la reducción de costos tiene la más alta prioridad, la calidad de la gestión de sus áreas de optimización dista mucho de la requerida, ya sea por no contar con el personal o porque el mismo no tiene la formación y experiencia correctas, dando como consecuencia sobreventas excesivas que afectan seriamente al usuario conforme el mismo no logra abordar el vuelo contratado, siendo compensado de una manera marginal y por cierto poco costosa para la operadora que termina siendo la ganona y el perdedor el cliente.
Me da la impresión que dada la magnitud del problema, por lo menos en México, la autoridad aeronáutica nacional debería asegurarse de que la calidad de la gestión en materia de optimización de las concesionarias de transporte aéreo sea la adecuada y por ende sus porcentajes de sobreventa, algo que incluye la verificación de que el manejo de las variables asociadas es el correcto y algo muy importante: de que privilegia los mejores intereses de los usuarios del aerotransporte de abordar el vuelo contratado sobre los también legítimos intereses de las empresas de obtener el máximo de ganancias posible.
En la medida en la que las aerolíneas voluntaria o involuntariamente sigan fallando en sus cálculos, con la complicidad o incapacidad de las autoridades, pasajeros y carga continuarán siendo dejados en tierra temporalmente hasta encontrarles un espacio en algún vuelo por causa de una sobreventa.
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