La autorización del Certificado de Tipo al avión A321XLR por parte de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) marca la culminación de un proceso que duró más de cinco años. Airbus diseñó este modelo con el objetivo de ofrecer un avión de fuselaje estrecho y con mayor capacidad de combustible, adecuado para vuelos de larga distancia.
Para lograr esto, Airbus propuso la construcción de un depósito de combustible central trasero (RCT), cuya innovación se consideró un cambio significativo y se basó en el modelo A321neo.
El RCT representaba un diseño novedoso que no estaba completamente cubierto por las especificaciones de certificación CS-25 existentes, los requisitos técnicos principales para la certificación de grandes aviones comerciales.
La EASA respondió estableciendo condiciones especiales para cubrir las lagunas de la CS-25. Estas condiciones definen las normas de seguridad que los fabricantes deben cumplir para obtener la certificación, sin especificar exactamente cómo lograrlo. Esto asegura que cualquier modificación cumpla con los más altos estándares de seguridad.
Florian Guillermet, director ejecutivo de la EASA, destacó que todas las medidas tomadas buscan garantizar la seguridad de la aeronave.
“Los requisitos de la EASA pueden ser estrictos y representar retos significativos para los fabricantes, como en este caso para Airbus. La incorporación del nuevo depósito de combustible planteaba retos en términos de seguridad en caso de colisión, incendios y protección de los ocupantes”, agregó.
Por su parte, Michael Singer, jefe del Departamento de Grandes Aeronaves de la EASA, explicó que era crucial asegurarse de que el diseño del depósito no causara problemas de seguridad.
“El depósito debía ser robusto y resistente a los choques, incluso si el tren de aterrizaje fallaba o si un objeto en la pista lo dañaba. Además, era importante limitar las fugas en caso de que el depósito se comprometiera”, agregó.
Airbus respondió con un diseño sofisticado para la integración del depósito, haciéndolo más resistente a los choques mediante el uso de materiales más fuertes y estructuras de apoyo adicionales. También se reforzó el tren de aterrizaje y se hicieron cambios estructurales para acomodar el mayor peso del combustible adicional. El sistema de combustible se adaptó para integrar el RCT, y se introdujeron otras mejoras en los mandos de vuelo.
Durante el proceso de certificación, la EASA y Airbus llevaron a cabo más de 400 reuniones técnicas conjuntas, 900 horas de pruebas de vuelo en tres aviones de prueba, y elaboraron y revisaron más de 500 documentos de certificación.
Además, se presenciaron pruebas, se realizaron inspecciones y se completaron auditorías para asegurar que todas las modificaciones cumplían con los estándares de seguridad requeridos.
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