La escasez de personal capacitado tuvo repercusiones en diversos ámbitos y afectó a la tripulación de cabina y a los pilotos; las aerolíneas recortaron vuelos, redujeron el número de asientos a bordo, abrieron sus propias academias de vuelo, aumentaron los salarios, buscaron voluntarios y realizron campañas masivas de reclutamiento.
A pesar de ello, la aviación sigue atrayendo a muchos candidatos, el mayor ejemplo es Emirates, con más de 300,000 postulados para trabajar en esta compañía.
La recuperación del tráfico aéreo ha sido fuerte; por ello, diversas aerolíneas reevaluaron el papel del Airbus A380, retirado de circulación durante mucho tiempo. ANA, Lufthansa, Etihad y Thai decidieron volver a ponerlos en servicio o se preparan para hacerlo. Emirates está invirtiendo miles de millones de dólares para actualizar su flota existente.
Los viajeros europeos han visto cómo sus opciones de viaje de bajo costo se expanden hacia el este, ya que Wizz Air ha sido activa en el lanzamiento de rutas a Arabia Saudita, en previsión de establecer su propia aerolínea en el Medio Oriente.
Ha habido algunas consolidaciones importantes de aerolíneas en grandes mercados como India, con Air India y Vistara fusionándose bajo el paraguas de Tata Group; en EU, con JetBlue y Spirit; y en América Latina, con la unión de Avianca, Viva Colombia y Gol.
Por otro lado, llamaron la atención algunos pedidos de aeronaves. Air India, United y Alaska Airlines, anunciaron pedidos importantes de la armadora estadounidense Boeing.
La parte negativa tuvo qué ver con la guerra ya que la invasión rusa de Ucrania también impactó en la industria de la aviación. Por ejemplo, el espacio aéreo ucraniano se cerró por completo. Las aerolíneas rusas han sido aisladas de muchos de sus principales mercados internacionales en Occidente, mientras que una prohibición recíproca a las aerolíneas occidentales hizo que los vuelos a Asia sean más largos para las aerolíneas europeas. Algunos, como Finnair, han tenido que realinear sus redes hacia Estados Unidos y Oriente Medio.
Pero las consecuencias para la aviación comercial rusa son de mayor alcance. La negativa a devolver los aviones arrendados y su reinscripción en Rusia significa que las aerolíneas del país tendrán que depender de aviones de fabricación local en el futuro previsible. Aeroflot, por ejemplo, encargó recientemente más de 300 aviones de fabricación rusa.
A pesar de lo anterior, los analistas consideran al 2022 como un año de recuperación para el sector aeronáutico.
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