En un artículo reciente, publicado por científicos de la Universidad de Amberes y la Universidad de Lieja, arrojaron luz sobre las formas en que los cerebros descubren dónde están y hacia dónde se dirigen.
Los investigadores tomaron datos de imágenes de resonancia magnética (IRM) de 14 cerebros de astronautas, antes y varias veces después de su misión al espacio, con destino a la Estación Espacial Internacional.
Usando una técnica especial de resonancia magnética, recopilaron datos del cerebro de los astronautas en condiciones de reposo, lo que permitió a los expertos investigar el estado predeterminado del cerebro y averiguar si esto cambiaba o no después de un vuelo espacial de larga duración.
Los astronautas que van al espacio residen en un entorno ingrávido, donde las reglas del cerebro sobre la gravedad ya no son aplicables y, según el estudio, el cerebro humano se adapta a la sensación de ingravidez; la conectividad funcional, un marcador de cómo la actividad en algunas áreas del cerebro se correlaciona con la actividad en otras, cambia en regiones específicas.
Además, los efectos persisten en el cerebro de los astronautas durante más de ocho meses después de regresar a la Tierra.
“Descubrimos que la conectividad se alteró después del vuelo espacial en regiones que admiten la integración de diferentes tipos de información, en lugar de tratar con un solo tipo cada vez, como información visual, auditiva o de movimiento”, indicaron Steven Jillings y Floris Wuyts, coautores del trabajo.
“Además, descubrimos que algunos de estos patrones de comunicación alterados se mantuvieron durante los 8 meses de estar de vuelta en la Tierra; al mismo tiempo, algunos cambios en el cerebro volvieron al nivel de funcionamiento de las áreas antes de la misión espacial”, indicaron los investigadores.
Aunque aún es pronto para dar por finalizado el estudio de las consecuencias para el cerebro del viaje espacial, son conclusiones interesantes que abren la puerta a nuevas vías de estudio para comprender si un tiempo más prolongado en el espacio se asociaría con cambios cerebrales más significativos o no, según retoma el portal Muyinteresante.es.
“Comprender los cambios fisiológicos y de comportamiento provocados por la ingravidez es clave para planificar la exploración espacial humana; por lo tanto, mapear los cambios de la función cerebral utilizando técnicas de neuroimagen como se hace en este trabajo es un paso importante para preparar a la nueva generación de astronautas para misiones más largas”, comentó Raphaël Liégeois, doctor en Ciencias de la Ingeniería (ULiège) y coautor del estudio publicado en la revista Frontiers in Physiology.
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