Ante la negativa del presidente Donald Trump a autorizar la renovación del transporte presidencial por considerar las cotizaciones demasiado caras, la fuerza aérea estadounidense encontró una oferta más económica al negociar con la empresa Boeing dos aeronaves abandonadas por una aerolínea rusa.
Cada aeronave 747-8 tiene un costo de 368.8 millones de dólares, para lo cual el congreso de la nación norteamericana registró desde el mes de febrero una solicitud de presupuesto por 3.2 mil millones de dólares.
El dueño original era Transaero, la segunda aerolínea más grande en Rusia, que se declaró en bancarrota en 2015 y nunca recogió sus aviones. Sólo había cubierto el 1 por ciento del pago de los mismos cuando los solicitó.
La empresa del país transcontinental fue absorbida por Aeroflot, pero este comprador se negó a concluir el pedido de los aviones registrados con los números de serie N894BA y N895BA.
Entonces, las unidades fueron trasladadas desde febrero al Aeropuerto Logístico del Sur de California en Victorville, una extensa instalación en el desierto de Mojave, cuyo aire seco y caliente evita la corrosión.
Desde diciembre de 2016 el pentágono tenía interés de adquirir nuevos aviones, sin embargo el precio ascendía a 4 mil millones de dólares, suma que el recién presidente electo se negó a aceptar. De concretarse la compra, ambas unidades serán utilizadas como Air Force One –denominadas así sólo si en ellas viaja el primer mandatario de Estados Unidos, de lo contrario se les considera como aeronaves civiles.
Aunado a ello, para convertirse en el transporte oficial presidencial deberán pasar por varias adaptaciones: incorporarles sistemas de comunicaciones de vanguardia, endurecimiento para resistir el pulso electromagnético en caso de una explosión nuclear y contramedidas defensivas.
Además deben personalizarse los interiores, así como añadir salas de conferencias, oficinas y asientos.
Ann Stefanek, portavoz de la fuerza aérea, comunicó que pronto espera adjudicar un contrato para renovar los actuales 747-200 –usados desde los años 90– aunque no hay nada definitivo.
Si se cierra el trato, las modificaciones de los vehículos aéreos empezarían en 2018 y concluirían en 2022. No obstante, estarían en funcionamiento hasta el año 2024, por lo cual Trump podría utilizarlos únicamente si es reelegido.
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