No existe ya dependencia aérea en nuestro país que no haya experimentado algún tipo de fragmentación debido a los cambios en las administraciones o dependencias del país.
La Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) conducida por el general en retiro, Manuel Enrique Vallín Osuna, es un ejemplo de una de ellas, no ha logrado consolidarse como una dependencia que ofrezca los servicios como son certificaciones, licencias, servicio médico o revalidación, por mencionar algunas de las que se gozaban anteriormente y, sobre todo, resolver los hallazgos que permitirían a la aviación nacional regresar a la categoría 1.
El gobierno está empeñado en dinamitar a la aviación mexicana, amenazándola constantemente con el fantasma del cabotaje y la entrada de extranjeros a laborar como tripulantes de vuelo, cuando claramente lo impide la Constitución mexicana, el control de todas las dependencias y los aeropuertos a través del ejército y la creación de una aerolínea manejada por ellos, rompiendo todos los procedimientos y evadiendo las leyes y reglas que lo impiden.
Ahora, de la nada, surge un nuevo ataque al aeropuerto capitalino Benito Juárez, que actualmente es uno de los aeropuertos más importantes a nivel mundial por su conectividad tanto de pasajeros y carga.
El gobierno está empeñado prácticamente en detener su funcionamiento, disminuyendo progresivamente las operaciones aéreas por hora a 42, después de haber tenido 90 operaciones por hora en el inicio del sexenio, poniendo en riesgo la viabilidad de las aerolíneas y la integridad de los compromisos de los pasajeros al detener sus viajes programados, sin mencionar los pagos que se tienen que cumplir utilizando el TUA a los bonos de deuda por la cancelación del aeropuerto de Texcoco y que por consecuencia no podrán ser cubiertos.
Aunque ya el ejecutivo ha mencionado que demorará hasta enero la reducción de las operaciones, Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo (Seneam) todavía no ha podido demostrar que la viabilidad del aeropuerto está en juego, debido a una “saturación” operativa, sabiendo que la actual capacidad da perfectamente para las 90 operaciones por hora, al igual que las operaciones de las cargueras que están ya emplazadas a dejar de operar en el AICM y que como tema complejo, llevaría mas tiempo explicar, tampoco ha podido resolver los grandes problemas que se han generado por el rediseño aéreo.
Sólo resta esperar a que la situación aérea del país mejore una vez que termine este sexenio y las dependencias y servicios sean retomadas por personal altamente calificado, como el que se tenía anteriormente y que se tomen las decisiones que ayuden a la conectividad del país, como traer de nuevo el proyecto Norman Foster.
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