Para poder entender bien esto, es necesario hacer un examen en algunos de los aeropuertos regionales que existen en Estados Unidos, y que fueron diseñados especialmente para enlazar a las poblaciones y así intercomunicar el comercio.
Por ejemplo, el aeropuerto Internacional de Kentucky (Cincinnati/Northern Kentucky International Airport) ofrece un servicio de pasajeros, sin escalas, a 63 destinos, en salidas diarias pico de 180 a 190 en América del Norte y Europa. El aeropuerto es una ciudad foco para Allegiant Air, Delta Air Lines y Frontier Airlines. Además, CVG es el aeropuerto de carga de más rápido crecimiento en América del Norte.
Y los aeropuertos aledaños regionales, como Paducah, Elizabethtown, entre otros que se interconectan, son regionales. El caso del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), es un aeropuerto meramente regional, y esto limita mucho las operaciones que el inquilino de palacio quiere crear. El asesoramiento que ha recibido ha sido totalmente equivocado, el camino correcto hubiera sido continuar con el aeropuerto de Texcoco. El proyecto Norman Foster hubiera tomado el lugar del Aeropuerto Internacional Benito Juárez y sería la puerta de entrada al comercio internacional con América del Norte principalmente, un HUB, un lugar que, por ahora, está disfrutando Panamá, con su aeropuerto de entrada al comercio internacional y que tomó con la ventaja que obtuvo por este gran desatino gubernamental. En pocas palabras, la tragedia de unos es la bonanza de otros.
Y hablando de tragedias, podemos seguir platicando acerca del rediseño aéreo que se creó precisamente para poder operar el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el aeropuerto de Toluca y el de la Ciudad de México, al mismo tiempo, un diseño totalmente obsoleto y regresivo, una obra surrealista que se debió haber diseñado de arriba hacia abajo y no al revés, como lo hicieron. Esto ha generado riesgos constantes de seguridad a las aeronaves que vuelan muy cerca del terreno, debido a la orografía y, por otro lado, económico, las aerolíneas ya empiezan a resentir el incremento de gastos por las distancias en las llegadas, y la afectación en las jornadas de las tripulaciones y por consecuencia su fatiga, agreguemos el costo por combustible, horas de vuelo en los planeadores y motores, etc.
Esto hace prácticamente insostenible la operación de las aerolíneas en el corto y largo plazo, pues si tomamos en cuenta todo esto y sumamos la cantidad de impuestos que las aerolíneas deben cubrir, que representan aproximadamente el 45% del costo del boleto, los llevan a números rojos.
A 18 meses de que oficialmente termine el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, esperemos que ya se esté forjando el proyecto NAIM de regreso y que permitirá a nuestro país colocarse en el lugar que merece, la entrada aérea más importante en América Latina y regresemos al diseño aéreo original, que tardó más de 40 años en perfeccionarse.
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