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04/02/2025

Seguridad aérea, obligación de los estados

Rosario Avilés / Martes, 4 Febrero 2025 - 01:00

Los recientes accidentes de aviación, ocurridos entre diciembre y enero, son una muestra de que por muy acabado que parezca un sistema, nunca es suficiente lo que se haga si no existe una vigilancia constante y la mejora continua de los diversos engranajes que concatenan el transporte aéreo.

Tanto el de Corea del Sur donde el vuelo 2216 de Jeju Air, abordo de un 737-800, que sin tren de aterrizaje terminó impactado contra un muro de concreto que nadie se explica qué hacía justo en ese punto, hasta la colisión del ERJ-700 de PSA con un Black Hawk en Washington y el LearJet de matrícula mexicana de Jet Rescue que se impactó en Filadelfia, pasando por otros no menos aparatosos en la misma Corea, en Sudán y California, nos muestran lo que a veces no queremos entender: los ahorros malentendidos, el exceso de confianza o minusvaluar la importancia de la seguridad de las operaciones, cobran precios muy altos en vidas humanas, en confiabilidad del sistema y al final, en la viabilidad del transporte aéreo.

En el caso del accidente en Washington, además de mostrar la dificultad de operar en entornos complicados y con sistemas que, como el PBN, aunque en apariencia son impecables (recordemos al Titanic “insumergible”) lo cierto es que el factor humano sigue siendo crítico en cada uno de los pasos que involucra el control de tránsito aéreo (CTA).

A raíz de este accidente, donde fallecieron 67 personas (64 del avión de Bombardier y 3 del helicóptero de Sicorsky) salieron a la luz deficiencias que se encuentran en los sistemas de CTA, no sólo en Estados Unidos, sino en Canadá y en México. Se trata de la escasez de controladores aéreos que, en Estados Unidos se calcula entre 3,500 y 3,700 y en México ronda los 500. En la Unión Americana se estima que apenas el 2% de las torres de control cumplen con los estándares establecidos por la Administración Federal de Aviación (FAA) de controladores plenamente capacitados, y al menos el 90% de las estaciones no tienen personal suficiente.

En el National de Washington sólo había un controlador al momento del accidente del 29 de enero, cuando el mínimo es de dos, sobre todo porque ahí confluyen operaciones visuales y por instrumentos, además de vuelos comerciales, ejecutivos y militares en un aeropuerto que, en muchos sentidos, está saturado y complicado.

Como cerecita del pastel, el nuevo presidente acababa de anunciar el despido de unos 400 empleados de la FAA y de controladores, como parte del recorte de recursos.

En México no cantamos mal las rancheras. La astringencia presupuestal (austeridad republicana más déficit fiscal y ausencia de políticas serias de seguridad en la aviación) han recortado los presupuestos de organismos como Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam, que opera el servicio de CTA), así como de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), organismo que debería estar cuidado a nuestra aviación con inspectores y supervisores con buenos sueldos y permanentes, pero que no sólo no obtiene presupuesto suficiente sino que se lo recortan a cada rato. 

Los accidentes de aviación son una responsabilidad muy grande. En estos casos tienen que ver con el papel del Estado en la rectoría de la aviación. E-mail: raviles0829@gmail.com

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