La semana pasada, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) publicó las últimas cifras acerca de la seguridad de las operaciones aéreas en el mundo. En general las noticias son muy buenas. La tasa de incidencias a nivel global muestra un accidente por 1.26 millones de vuelos, la más baja en una década. Otro indicador importantísimo es la cantidad de fallecidos, que hoy es de 0.03, lo que significa que una persona tendría que volar todos los días durante 103.29 años antes de morir en un accidente.
Otro dato relevante es que en el 2023 hubo un único accidente mortal de un avión turbohélice, donde 72 personas perdieron la vida, pero fue la excepción ya que no hubo pérdidas de cascos ni otros accidentes. Hubo regiones enteras, como es el caso de América Latina, que mejoraron significativamente sus promedios. En este caso estamos hablando que en 2022 la tasa de accidentes por millón de sectores fue de 4.47 y en 2023 el indicador bajó a 0.37.
De cualquier manera, el propio director de IATA mencionó que, por mucho que se adelante en el tema de la seguridad, siempre hay un margen para mejorar. Ya hemos comentado lo importante que es seguir los protocolos en todos los órdenes en cuanto a transporte aéreo se refiere. Vimos cómo a inicios de enero, durante el accidente de JAL en Haneda, la capacidad de organización inmediata de los sobrecargos y la disciplina con que los pasajeros siguieron las instrucciones, fue crítico para que todos los ocupantes de ese avión salieran vivos.
En lo que va del año hemos sido testigos de incidentes graves, como fue el caso del desprendimiento de la puerta del Boeing 737 MAX 9, de Alaska Air, en el cual, por fortuna, los pasajeros mantuvieron su integridad y eso es muestra de que los protocolos funcionan. No obstante, este asunto se ha sumado a los muchos problemas que la armadora estadounidense ha experimentado, en particular con su modelo MAX, que hoy la tienen contra las cuerdas. Y el asunto no es menor, se corre el riesgo de que estos incidentes se consideren un incumplimiento al compromiso que en su momento hizo la Boeing con la Junta Federal de Seguridad en el Transporte (NTSB), para no ser enjuiciados por los dos accidentes fatales del B737 MAX 8 en Indonesia y Etiopía.
En general los accidentes e incidentes no se investigan con ánimo punitivo, y esta es una de las garantías de la transparencia en la información de las empresas aéreas y otros operadores del sistema, lo cual ha permitido avanzar substancialmente en la cultura de seguridad, como se ve por los indicadores ya mencionados, pero el panorama completo de las fallas está llevando a la Boeing a un inusual proceso con la justicia de Estados Unidos.
En cualquier caso, Boeing ya se enfrenta a un descrédito que está permeando a las aerolíneas estadounidenses, y peor aún, a los pasajeros, quienes ya preguntan y prefieren viajar en aeronaves que no sean MAX. Las últimas acciones que ha tomado la empresa, como sustituir sus cuadros directivos para el efectivo control de calidad, podría ser una acción algo tardía, pero ojalá lo logren pronto. Boeing es aún demasiado importante para Estados Unidos. E-mail: raviles0829@gmail.com
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