El problema con la pandemia que atravesamos, que la hace aún más complicada y peligrosa que los ataques terroristas que en septiembre del 2001 le dieron un vuelco completo a la seguridad en la aviación mundial, es que si ya el fenómeno del terrorismo implicaba que el enemigo no tenía ni rostro ni ubicación concreta, el Covid-19 es invisible del todo y si se repite una ola de contagios como la que ha vivido el mundo en este primer semestre del 2020, puede que el retorno a la vida pública no se llegue a concretar del todo y con ello, la salud financiera del mundo colapsará.
Por eso es indispensable que las acciones que se acuerden entre los diversos países y sus autoridades sanitarias y aeronáuticas sean lo más precisas y convenientes para todos los involucrados, ya que no podemos darnos el lujo de abrir en un primer momento para volver a cerrar en unas cuantas semanas. El efecto sería devastador, tomando en cuenta que las naciones sensatas han puesto en la mesa miles de millones de dólares apostando a la recuperación.
Para muchos, este es el momento en que se reinician las actividades. Las aerolíneas están ya abriendo sus itinerarios. Por ejemplo, Lufthansa anunció que reanuda varios vuelos intercontinentales en junio; Aeroméxico sumará 33 frecuencias semanales en ese mismo mes; España ya aceptó recibir turistas extra-comunitarios a partir de julio y así se empiezan a crear las expectativas de recuperación.
A pesar de las malas perspectivas en cuanto a la economía del 2020, que se compara con la Gran Depresión de 1929, si todo vuelve a la normalidad en el transporta aéreo y sus derivaciones en turismo, negocios, comercio y demás, a la caída promedio global del 3% del PIB que pronostica el FMI para 2020, seguiría una recuperación de hasta 5.8%, siempre y cuando el retorno a la actividad productiva sea rápida y segura.
De cualquier manera, la recuperación también varía según las regiones, los países y las condiciones específicas de cada uno, así como las políticas que adopten los gobiernos. Sin embargo, en el pronóstico de abril del FMI el promedio de la caída en los países desarrollados será más pronunciada (entre -5.2 y -7.5%) pero también lo será la recuperación en 2021 (entre +4 y +5.8%). En el caso de los países emergentes la caída se estima entre el 1 y el 1.6% para África, Asia Central y Medio Oriente, pero América Latina y Europa del Este estarán en promedio en menos 5.2% del PIB. Asimismo, el crecimiento será de hasta 8.5% en Asia Central pero apenas 3.4% en Latinoamérica.
La buena noticia es que el costo del combustible es tan bajo y su peso tan importante en la estructura de la industria, que esto podría ser un buen motor para mantener precios cómodos en lo que se logra el despegue. ¿De qué depende? En gran parte de que se encuentre tanto la vacuna idónea como la cura del Covid-19, lo que permitiría a las personas regresar a trabajar y a volar en condiciones de confianza. Entre más trabas se le pongan a un retorno rápido y fácilmente asequible, más lenta y penosa será la recuperación.
Lo oí en 123.45: ¿Y ahora, qué será de Mexicana? E-mail: raviles0829@gmail.com
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