No se usted estimado lector, pero quien firma esta columna cada día se encuentra más con incompetencias dentro del sector aeronáutico, no solamente relacionadas con la operación de aerolíneas que operan bajo el modelo de alta eficiencia operativa y bajos costos, es decir, el mentado “Low Cost”, en el que no nos debe sorprender se empleen colaboradores de bajo perfil, bajos salarios y por ende, baja calidad, sino de con toda clase de entidades, caso de una gran organización aeronáutica de prestigio internacional como es la Asociación de Pilotos y Propietarios de Aeronaves, la famosa AOPA que se aventó la puntada de informar a sus asociados y de hecho a todo operador aéreo que acceda a su sitio web en: https://www.aopa.org/travel/international-travel/mexico que, y cito: “que los militares mexicanos ya operan todos los aeropuertos del país”, algo que bien sabido puede llegar a ser el resultado final de la militarización aeroportuaria de México, pero no ha llegado a ese extremo tomando en cuenta que todavía ---¿quién sabe hasta cuándo?, una parte importante de las terminales aéreas mexicanas son operadas por grupos aeroportuarios civiles, caso de GAP, OMA y ASUR. Si una entidad fundada en el año 1939 como AOPA que presume albergar a miles de miembros en 75 naciones, describiéndose como la comunidad de aviación más grande del mundo se avienta tamaño de pifia, ¿qué podemos esperar de organismos de menor peso e importancia? La verdad es que estamos fritos… En lo que la AOPA tiene toda la razón en su publicación es en advertir a los interesados en volar a México sobre las crecientes complicaciones para operar aeronaves en los aeropuertos del país, derivadas de la actuación de elementos militares en activo y retirados en ellos en diversas materias y alcances que van desde la gestión de los servicios de migración y aduanas, hasta la operación integral misma de ciertas infraestructuras, incluyendo las comandancias de aeródromo dependientes de la autoridad aeronáutica nacional, algo que repetidamente he afirmado en mis entregas no es la mejor noticia para la eficiencia y por ende la competitividad del aerotransporte mexicano y sus servicios a los operadores.
Tan grave ve este grupo el problema de las consecuencias de la militarización de los aeródromos de esta geografía, los abusos, inconsistencias y exceso de controles en ella, que sugiere de manera determinante a sus miembros planeando un vuelo a México contratar a un experto en operaciones en el país para obtener la información necesaria para operar con eficiencia en por estos lares, refiriéndolos a grandes empresas proveedoras de servicios de apoyo en tierra. El problema es que esto suma costos a las operaciones a las complicaciones y esa no me parece la mejor noticia para la aviación general mexicana, comenzando por aquella que nos visita del extranjero, por cierto, crecientemente desalentada para volar en el espacio aéreo del país de los “Cuauhtlis” no solamente por los excesivos controles que estamos comentando, sino también por temas de inseguridad en los destinos a los que los pilotos del exterior pretendan acceder, incluyendo los turísticos.
Y pensar que hace años, no tantos como para que este columnista ya fuese parte activa de la comunidad aeronáutica, los operadores y pasajeros de caravanas de aviones privados norteamericanos hacían recorridos por regiones de México tan hermosas y entonces idealmente preparadas para atenderlas, caso del Pacífico y el Golfo de California, pasándosela a todo dar en sus visitas, algo que siento ya no es posible sea el caso. Es más, casi estoy seguro que una aeronave de aviación general que se atreve a volar a México lo hace por estricta necesidad de su propietario y no necesariamente por gusto.
Es así que, entre las brillantes acciones de los militares mexicanos en los aeropuertos y la incompetencia de actores operativos, nacionales y extranjeros, aún los de prestigio, la verdad es que el panorama en materia de calidad en el servicio para este segmento de la aviación civil de mi tierra, no es muy halagüeño que digamos. “Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”
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